Ahora que me encuentro por encima de 10.000 m y que observo
la parábola que dibuja el avión sobre el Océano Atlántico en las pantallas,
ahora si puedo decir que ya estoy a salvo.
A salvo de una ciudad, Madrid, que ha convertido su
centro en un escenario de cartón piedra, en un área sin alma, impersonal,
irreconocible frente al de otras ciudades occidentales, donde residentes y
visitantes caminan sin verse porque van en modo “consumo compulsivo” y donde se
comunican a través de su último apéndice electrónico. Es curiosa también la
tendencia de los locales hacia lo orgánico, lo desenfadado, lo natural… en fin
hacia la slow food & life, burda ironía de la realidad.
A salvo de una ciudad donde todo dura una semana, la
Madrid fashion week, la Madrid Horse Week, la Madrid Cake Week y así un puñado
de eventos de escaso interés social, aunque me imagino debe haber una parte de
la sociedad que se pirra por lo anglosajón.
A salvo de una ciudad cada vez más partida en dos, una que
ha pasado de puntillas por la crisis o que se alimentó de ella y otra que sufre
y observa cómo sus barrios crecen en suciedad y falta de servicios. Excepto el
policial que ha conseguido salvarse de los recortes, por mantener la pujanza de
la industria automovilística o por mantener “la paz en las calles”.
A salvo de la caída masiva de árboles, del descontrolado
virus del ébola, de la corrupción galopante, de la falta de ética y escrúpulos,
de... Ay diosito!! Qué equivocadxs nosotrxs que nos creíamos a salvo después de
huir de los sismos quiteños, las erupciones volcánicas y demás contratiempos de
la flora y fauna amazónica.
Y mientras me alejo de la vieja Europa también pienso que
no todo fue desesperanzador y que en ella también estuve a salvo cuando estuve
con todxs vosotrxs, amigxs y familia, que nos tratasteis tan bien y que con
tanto cariño nos hicisteis sentir que no había pasado algo más de un año sin
vosotrxs.
Nuestro avión y nuestro destino está en l’América, donde
nos espera ese SOL, ese MALECÓN, esos ANDES y esas familias cubanas y
ecuatorianas maravillosas que también echamos de menos este tiempo.
Y ahí es donde os esperamos a todxs en nuestro lindo
Ecuador o en nuestra hermosa América.
David, al final te veo dedicándote a la sociología. Opino lo mismo que tú, ya sabes, pero todavía sigo dándole vueltas al hecho de cruzar el charco. Me quedan unas cuantas cosas por resolver en esta asfixiante ciudad.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.