domingo, 25 de mayo de 2014

Ecuador LVII. La resaca.




No voy a negar que vi la final de la Champions, además en el bar de un vallecano y lleno de hispano-ecuatorianos que habían vivido por años en España. Fue una pena que el vecino rico terminara ganando y de esa manera (joder y yo que estaba buscando ya el teléfono de Josito), pero la resaca no es por el fútbol, la resaca es por la satisfacción de siete horas de viaje bien invertidas, para depositar un voto que creo que aún no llegó a su destino y ya marcan 100% del escrutinio en la provincia de Madrid. No dejo de imaginarme cómo hubiera sido la debacle si en realidad contabilizaran el mío.


En la lejanía todo se ve y se disfruta de diferente manera, pero hoy nos acostamos contentos pensando cuánto ha valido la pena ese maravilloso 15-M, esas mareas de colores, todo ese trabajo y esfuerzo de los últimos años que con gran satisfacción vemos empieza a dar sus pequeños frutos. Al final hasta cogeremos cariño a nuestro país y habrá que volver rápido para llegar a la “revolución”.


Esta tarde hemos dejado nuestra rica tilapia en Yahuarcocha, para ver por internet los resultados electorales y la alegría ha sido inmensa, cuánto nos hubiera gustado estar allí en esos momentos, tomando esa plaza Reina Sofía.


A veces veo algunas similitudes entre la situación que está pasando España y el proceso que se inicio aquí en el 2006. Veamos si podemos.

viernes, 23 de mayo de 2014

Ecuador LVI. La gran final.



Parece un título apropiado para el derby madrileño que disputará la final de la Champions en estos días, sin embargo el origen del mismo tiene que ver con la película que en 2006 realizaba el director Gerardo Olivares. Esta contaba tres historias paralelas que mostraban las peripecias de unos “hombres” que en diferentes zonas remotas y aisladas de nuestro planeta vivían obsesionados con poder ver la final del Mundial de fútbol del 2002. Las tres ubicaciones eran el desierto del Sahara, la estepa de Mongolia y la selva Amazónica. Y esta película que ya había visto hace un tiempo vino a mi cabeza en el día de ayer cuando emprendí un largo viaje para poder depositar mi voto en el consulado español de Quito, ante las inminentes elecciones 
europeas.

Ibarra amaneció como los últimos días, aparentemente despejada, mostrando con claridad la inmensidad de unos volcanes que por una larga temporada se habían hecho de rogar. El mes de mayo está siendo de lo más nublado e incluso lluvioso, pero parece que a la temporada de lluvias de la sierra le quedan los días contados. Es maravilloso ver como esas montañas iluminadas por el sol ganan la batalla a unas nubes que no obstante siguen apareciendo para no dejar que haya dos momentos iguales al día.

Y de esta manera iniciaba el día, con mi papeleta en el sobre electoral desde la noche anterior y a la espera de comenzar mi “gran final”, no con tanta ilusión como los protagonistas de la peli, pero si con las ganas de pasear un ratito por la capital.

Ya en la terminal y después de un retraso de casi una hora en la salida, el bus comenzó su deambular por la orografía andina al compás de Vicente Fernández, esas rancheras y boleros terminan causándote peor efecto en el cuerpo y mente que las propias curvas de la Panamericana. Por “suerte” las canciones se veían interrumpidas una y otra vez por vendedores de manichos (galletas de chocolate), barriletes (como los tico tico), fritaditas calientitas, bizcochos de Cayambe recientitos, manzanas y granadillas fresquitas e incluso por un egresado en medicina natural que nos sermoneó durante el tramo final para vendernos unos polvos que combatían a los parásitos que copan todas esas comidas que previamente se habían paseado por el pasillo del bus. Una vez en Quito me esperaba otra hora de bus urbano, recorriendo la ciudad hacia el centro donde se ubica el consulado. Los vendedorxs vuelven a acompañarme, mientras el sol ilumina todo el valle quiteño, alargando su figura y tu vista muy muy al sur. Una vendedora de cd´s musicales te muestra con su pequeño reproductor algunos cortes de bachatas, baladas, pasillos... y “te sorprende” porque detrás de su aspecto de trabajadora informal infatigable, luce en su muñeca la pulsera colorida de apoyo al nuevo alcalde Rodas.

Llego a mi destino, entro en el consulado, situado en La Pinta entre La Niña y la Santa María (muy apropiado), y me encuentro con una primera bofetada, es el altanero guardia civil que te suele recibir y que tiene una actitud que deja bastante que desear. Te parece retroceder 9000 km en un instante. Pasado este primer choque, me toca esperar en una salita donde bajo mis pies y bien mullidita se encuentra una alfombra con el escudo del reino ya algo sucio y finalmente paso a la dependencia donde custodiada por una amable funcionaria aguarda la URNA. Introduzco el voto por la ranura y pienso: “va por tu caída”, mientras miro la foto que domina toda la habitación y que no sé ha sido colocada para la ocasión.

He cumplido con mi deber sagrado como ciudadano (nunca me había costado tanto, físicamente quiero decir), y me siento pleno por tener la suerte de pertenecer a uno de esos “países democráticos”. Aunque es verdad que en bastantes ocasiones había objetado a este derecho o incluso por error había introducido algo no permitido en la urna, en esta ocasión y aún siendo la votación para una de las instituciones menos democráticas y representativas que hay, parece que la lejanía me motivó a introducir mi voto antisistema en ese lugar donde no caben nuestros sueños. Y como digo, después de cumplir y realizar una queja porque a más del 50% de los residentes en Ecuador (incluida Lucía) no nos han llegado las papeletas para poder votar, me dirigí al mejor momento del día que era compartir un encebollado mixto (marisco-pescado) con el Lucas.

Y ahora, mientras el derby se disputa en Lisboa, y vosotrxs entráis en reflexión, nosotrxs celebraremos el 192 aniversario de la batalla de Pichincha donde el ejército de Antonio José de Sucre vencía a las tropas españolas y conducía a la liberación de Quito dentro de las guerras de independencia hispanoamericanas.

Y el domingo al mediodía ecuatorial a celebrar con champagne una nueva victoria.

miércoles, 7 de mayo de 2014

Ecuador LV. Guille visita Ecuador



Lo primero que debo decir es que estuvimos muy poquitos días y nos queda claro que tenemos que volver para conocer más a fondo Ecuador.

Aun así, Lucía y David organizaron un super recorrido por algunas de las maravillosas zonas que tiene Ecuador.

En poco más de 10 días tuvimos tiempo para subir volcanes, visitar ciudades, museos, selva, montañacas, lagunas de alta montaña, comer rico,... 

Cayambe (5790m) desde Ibarra
Viniendo de Guatemala, uno no podía dejar de comparar.. Sí, pretendo entrar en política, aunque no quiero entrar en polémica (será difícil). Yo no se cómo era Ecuador antes de la llegada a la presidencia de Correa, lo desconocía por completo. Pero sí pude ver, ahora, que hay un montón de facilidades para la población que en Guate no tenemos.

A favor de las políticas implementadas en Ecuador hay que señalar, el estado de las carreteras en todo el país. Carreteras de varios carriles por sentido, bien asfaltadas, bien señalizadas, y libres de personas y animales en sus arcenes (en Guate no). La calidad del transporte público: buenos, cómodos y seguros autobuses a precio económico. En Guate los tenemos o económicos, pero no seguros ni cómodos, o seguros pero caros y no muy cómodos.

El precio de algunos servicios básicos como el agua, el gas y la luz que, estando subvencionados por el estado, son baratísimos. Si bien, parece que pronto, el gobierno quiere dejar de subvencionar el gas (en esa carrera por apostarle a energías más limpias). Y la gasolina, que es extremadamente barata (el triple de barata que en Guate), 


Quito, es una ciudad muy amable y bonita. Es cierto que no recorrimos toda la ciudad (es larguísima), pero los días que caminamos por ella nos agradó lo limpia que se ve, la seguridad que transmite, la cantidad de gente disfrutando en sus parques (¡con wi-fi gratuito!) y plazas, con buenas y cuidadas instalaciones para niñas, niños y para gente de “sesenta y piQuito”; facilidades urbanas a personas ciegas o en silla de ruedas. También la actividad cultural, que vimos, por ejemplo en el parque urbano de QMANDÁ, el cual ha sido inaugurado hace pocos meses y que, parece condenado al abandono con el cambio de gobierno municipal. O el magnífico museo de Guayasamín y su “Capilla de la Humanidad*”. Entre otras cosas y lugares preciosos de esta ciudad.

Una semejanza clara entre Guate y Ecuador es su población. Tanto aquí como allí la gente es super amable y cordial. Siempre con una sonrisa dibujada en la cara. Y siento que también existe una cierta semejanza entre el carácter Andino y el carácter Maya (amables, sonrientes, pero bastante reservadxs)

Fue todo un gustazo viajar en tan buena compañía. Por un lado Lucía y David como anfitrionxs y cuidadorxs principales. Coincidir, en otro país más, con Lara, Antonio y Emma (“¡la tremenda!”).
Además, conocer a Henar y Lucas, Ruth, Sebastiâo y Unai. Aunque fuese poquito el tiempo compartido, fue suficiente para agarrarles cariño.

Cotopaxi bajo la luna llena
¿Con qué me quedo?

...pues con la noche a pies del volcán Cotopaxi, esperando el eclipse de luna. 

Con las vistas de Quito desde el volcán Pichincha (y el mal de altura que no llegaba..).


Con los paseos por el centro de Quito, paseando por sus empinadas calles hasta llegar a parques y plazas.

La caminata en Baños y la excursión nocturna para ver la “candela” del volcan Tungurahua.

La estancia en Sinchi Warmi, su maravilloso proyecto, su preciosa cabaña y el paseo por la selva.

Las relajantes termas en Papallacta (¡gracias!).

La visita al museo Guayasamín, ¡¡qué gran descubrimiento!! Ahora no dejo de leer y ver cosas de este gran artista.


 











La apacible y linda Ibarra, con su mercado, su Imbabura y su Cotacachi.
 
Con la laguna de Cuicocha, en la falda del volcán Cotacachi y con el estupendo guía ibarreño: David.
 
Con La Esperanza, su consultorio y su doctorita.

Y con lo bien que comimos durante toda nuestra estancia en Ecuador.

 ¿Qué nos quedó por ver/hacer?
...bueno teniendo en cuenta que sólo conocimos 1/50 parte del país...Se me antoja volver para: conocer Cuenca; la costa del Pacífico; las islas Galápagos; bajar por alguno de sus ríos amazónicos y adentrarnos en la impresionante selva; hacer un curso de batik con el maestro Sebastiâo, y conocer su preciosa tienda; ascender algún volcán, ver la candela del Tungurahua y visitar el Chimborazo; comer tilapia en domingo en la laguna de Yahuarcocha; continuar descubriendo Quito, recorrerla en bici un domingo y... pintar algunos murales (ahí me quedó una espinita clavada..).
Pasar más tiempo con Ruth, Sebastiâo y Unai, la familia ibarreña de mi familia: o sea, mi familia.
También con Henar y Lucas. Aprender de su dilatada experiencia en Ecuador y disfrutar, una vez más de las maravillosas vistas desde su casa.

Y, por supuesto, disfrutar de mayor tiempo junto a Lucía y David que, sin duda, son lo mejor que tiene Ecuador en estos momentos (¡y no lo digo como hermano-cuñao!). Os echamos mucho de menos. Siempre es una alegría y un aprendizaje pasar tiempo junto a vosotrxs. Gracias por compartirnos vuestro país de acogida.

Gracias por tanto, Ecuador. Nos has enamorado con tus paisajes, tu amabilidad y tu preciosa gente.
Sin duda, volveremos…

*Guayasamín nombró a este emotivo y espectacular lugar como “Capilla del hombre”. Yo, siento que debería llamarse “Capilla de la humanidad” (lo que no se nombra no existe y esa capilla pertenece tanto a las mujeres como a los hombres). Seguro que al maestro Guaysamín no le importaría…

Plaza de San Francisco, Ibarra