Y este cambio de latitud ha traído con ella multitud de
cambios más:
Los 2.225 m.s.n.m. los hemos convertido en apenas los 5
metros que separan nuestro departamento de la calle, los 25ºC de máxima los
hemos convertido en 25ºC de mínima, cambiamos el movimiento de las nubes sobre
el valle andino por el movimiento continuo de las mareas. El bañador sustituyó
el forro polar, el dividí(*) a la chompa, la colosal vista del volcán Imbabura
ha sido reemplazada por la imagen de una inmensa bahía y las lagunas las
sustituimos por el estuario del río Chone.
Ya no vemos más colibríes desde la ventana, ahora son
pelícanos y fragatas, desde la carretera ya no se ven pinos y eucaliptos que
pueblan las montañas andinas y si la asombrosa figura del ceibo sobre suaves
montes áridos.
Quito ya no está a dos horas y media de casa sino a siete
horas y media, hemos dejado de escuchar la música chicha y ahora aparece la
tecnocumbia, no echamos de menos los ladridos de Pelusa pero ahora tenemos una
lucha encarnizada con cucarachas y mosquitos (efectos del invierno costeño), en
los cables callejeros cambiamos las plantas por pájaros y hemos sustituido la
entrañable música del camión de la basura por un tal Miguelito el reciclón (un
galápago que se encarga de estos menesteres). ¡Coño! Hasta la basura se recogía
antes a las 9 p.m. y ahora a las 9 a.m.
Pentagrama costeño |
El Telégrafo (muy a mi pesar) lo estoy sustituyendo por El
Expreso de Guayaquil y la piedra de lavar por una moderna lavadora, eso sí, la
terraza ahí sigue estando.
Aquí la papa se la dejaron para el conquistador y ellos
siguieron con el patacón (plátano verde frito), el camarón ha sustituido a la
fritada y el arroz vuelve a tener sabor y a hervir al tiempo acostumbrado.
Hemos dejado el mundo indígena de los originarios caranquis,
por los originarios caras y actuales montubios. Y definitivamente hemos dejado
de vivir en la calle del primer presidente ecuatoriano Juan José Flores, de
bastante triste recuerdo, para vivir en
la céntrica calle del Libertador Simón Bolivar.
Para estar apenas a 400km de Ibarra queda demostrada la
inmensa diversidad de este maravilloso país.
Incluso en los trabajos se han producido cambios (al menos
en el de Lucía), ya nos contará…
En mi nuevo trabajo me toca observar... |
Con tristeza hemos dicho adiós a Ibarra, pero con alegría
damos la bienvenida a Bahía de Caráquez.
Bahía desde la altura |
(*) Dividí no sé cómo se escribe, posiblemente nadie aquí lo
haya escrito antes, ni el porqué del nombre pero se refiere a la camiseta de
hombreras masculina.
Nuestra primera cena en la casa serrana...hace año y medio |
Nuestro primer desayuno en la casa costeña |