viernes, 1 de mayo de 2015

Ecuador LXXXVI. Si yo fuera ave…



Últimamente ando mimetizándome mucho con la naturaleza. Creo que se debe a estar desarrollando otra capacidad de observación, o simplemente a que en este país es imposible pasar por alto la naturaleza.

El caso es que, continuando con el juego del transformismo, tengo una pequeña lucha interna sobre qué ave sería.
Si pienso en la que habría sido antes de llegar al Ecuador, podría haber sido la Cigüeña que elegantemente decoraba el tejado de la iglesia de Matabuena. Por sus patas, casi tan largas como las mías, por el sonido rítmico de su pico (cla, cla, cla, cla) y por su espíritu viajero.

Ahora me debato entre dos polos opuestos.

En un lado está el colibrí, el místico, mágico, exótico y rápido (y demás adjetivos esdrújulos), un animal de galaxias, un extraterrestre. Un ave que parece insecto. Delicado pero ágil. Alegre y juguetón, pero individualista. Colorido y chiquitín, veloz y cantarín. Y sobre todo, bello e hipnotizador. Vegetariano y goloso, libando las flores más exuberantes de la sierra, costa y amazonía ecuatoriana.
Siempre me ha despertado simpatías. Quizás porque como en el caso de la Ceiba, para mí es Latinoamérica y primeramente Cuba. Quizás porque sabía que llegaría Violeta, la más bella colibrí.


En el otro lado está el pelícano, más grandote, menos esbelto y colorido, pero también bello, sobre todo cuando planea a ras de mar o cuando se lanza en picado para pescar, pura elegancia! Aunque no parece que trabaje en equipo, es bastante social, y al final del día se reúne con sus iguales para llegar a su hogar y alcanzar su merecido descanso. Me gusta porque es constante y trabajador, todo un proletario que sobrevive a pesar de la avaricia de las fragatas, el equivalente a los banqueros en el mundo de las aves, que roban a lxs trabajadorxs lo que tienen y lo que no. En lugar de pescar se dedican a tratar de arrebatar al vuelo lo que otrxs han conseguido trabajando.

No creo que consiga decidirme, tampoco hay necesidad.

Creo que unos días seré colibrí, cuando quiera estar a mi aire, bailar una salsa o ska, cuando busque el calor, cuando quiera cantar, cuando ande con prisas o me agite el sol.

Otros me convertiré en pelícano, y veré a través del agua lo que otrxs no ven. Viajaré en familia y sentiré el viento en mi cara, defenderé mi trabajo frente a oportunistas y ladrones, pasearé entre garzas y cormoranes, y me moveré serena cuando salga la luna.

Pero si hoy pudiera, aunque es un animal que nuncá me resultó simpático, me convertiría en paloma, volaría hasta el balcón de mi abuela (el más bonito de Pedraza), me colocaría entre sus geranios, y la miraría tomar sus aceitunas con cocacola…

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