En estos tiempos de preponderancia tecnológica y en los que exhibir tu vida y acciones por la red es el objetivo de muchos, he decidido sumarme a ello y pensándolo bien no sólo contar las cosas buenas que uno disfruta sino también las desgraciadas.
¿Cómo empezar?…En estos tres años hemos cambiado mucho,
tanto tú como yo. Tu cambio ya se vislumbraba entonces y posiblemente algo el
mío. Pero este devenir en sentidos tan opuestos hace complicada nuestra
relación. Me hace recordar esa paulatina separación de las placas que diseccionaba
Islandia, lo único que la nuestra irremediablemente será más rápida. Hemos
vivido tantas cosas que mi cabeza ahora se vuelve incompatible contigo, además
creo que la edad irá socavando más aún nuestras diferencias. Debo incluso decir
que hay partes de ti que odio.
Por encima del resto, no soporto tu falta de
personalidad, el intentar convertirte en una réplica más, en un mundo marcado
por el seguidismo. Sé que has hecho algunos esfuerzos en estos últimos tiempos
pero nadar contra corriente es cansado y difícil, sobre todo cuando en realidad
no queremos nadar. Decir que no hay cosas que me sigan enamorando de ti, es
mentira, pero a día de hoy creo que esos sentimientos están en minoría y no te
soporto, Madrid.
Me separo de ti momentáneamente, pero creo que nuestro
divorcio será irremediable. Aún así, como ocurre en los tiempos de crisis,
tendremos que convivir hasta que las circunstancias cambien. No soporto una
ciudad en la que se cierran librerías mientras se abren gym’s, en la que se
cierran salas de cine y se abren shop’s o en la que los centros sociales se
clausuran mientras se veneran gintonerías o sushi lounge fresh green food
place’s. Tampoco soporto una ciudad donde en sus barrios obreros proliferan las
casas de apuestas, como esperanza individual. Tu evolución y la de este mundo
es irrefrenable, pero yo vengo ahora de conocer a otras que, no por convicción
propia sino por imposición histórica, viven una realidad diferente, más sencilla,
inmersas en una espiral de consumo menor y con hábitos más saludables y distintos.
Pero esta imparable evolución del capitalismo
globalizado, también me hace reflexionar sobre los gobiernos progresistas
latinoamericanos o progresistas en general. Estos se muestran como momentos
históricos en los que las condiciones de vida de sus poblaciones siempre
olvidadas mejoran ostensiblemente y donde incluso con osadía intentan estrechar
la brecha existente entre unos ciudadanos y otros, apostando por la justicia
social, sin embargo hay una realidad, y esta es, que terminan desplazando o
asimilando a los sectores combativos de la sociedad, que no consiguen revertir
la ideología imperante y que sirven en bandeja al neoliberalismo un nuevo ejército
de clase media dispuesto, ahora sí, en condiciones de comenzar a consumir.
Parece un final desalentador, pero me gusta como casi
colofón a esta pequeña incursión en las tecnologías. He disfrutado mucho el escribir
y con ello reflexionar, el intentar analizar con mayor o menor fortuna pero
siempre de manera crítica lo que me rodeaba y ha sido un placer agotador, del que
mis ojos y cabeza agradecerán su final, pero del que se deleitarán en el futuro.
Gracias por vuestro apoyo incondicional en todo este tiempo, allá
tan lejos.
Un beso a todxs, ciao Madrid y que viva l’América.
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