miércoles, 18 de mayo de 2016

Spañistan II. Me separo


En estos tiempos de preponderancia tecnológica y en los que exhibir tu vida y acciones por la red es el objetivo de muchos, he decidido sumarme a ello y pensándolo bien no sólo contar las cosas buenas que uno disfruta sino también las desgraciadas.

¿Cómo empezar?…En estos tres años hemos cambiado mucho, tanto tú como yo. Tu cambio ya se vislumbraba entonces y posiblemente algo el mío. Pero este devenir en sentidos tan opuestos hace complicada nuestra relación. Me hace recordar esa paulatina separación de las placas que diseccionaba Islandia, lo único que la nuestra irremediablemente será más rápida. Hemos vivido tantas cosas que mi cabeza ahora se vuelve incompatible contigo, además creo que la edad irá socavando más aún nuestras diferencias. Debo incluso decir que hay partes de ti que odio.


Por encima del resto, no soporto tu falta de personalidad, el intentar convertirte en una réplica más, en un mundo marcado por el seguidismo. Sé que has hecho algunos esfuerzos en estos últimos tiempos pero nadar contra corriente es cansado y difícil, sobre todo cuando en realidad no queremos nadar. Decir que no hay cosas que me sigan enamorando de ti, es mentira, pero a día de hoy creo que esos sentimientos están en minoría y no te soporto, Madrid.


Me separo de ti momentáneamente, pero creo que nuestro divorcio será irremediable. Aún así, como ocurre en los tiempos de crisis, tendremos que convivir hasta que las circunstancias cambien. No soporto una ciudad en la que se cierran librerías mientras se abren gym’s, en la que se cierran salas de cine y se abren shop’s o en la que los centros sociales se clausuran mientras se veneran gintonerías o sushi lounge fresh green food place’s. Tampoco soporto una ciudad donde en sus barrios obreros proliferan las casas de apuestas, como esperanza individual. Tu evolución y la de este mundo es irrefrenable, pero yo vengo ahora de conocer a otras que, no por convicción propia sino por imposición histórica, viven una realidad diferente, más sencilla, inmersas en una espiral de consumo menor y con hábitos más saludables y distintos.


Pero esta imparable evolución del capitalismo globalizado, también me hace reflexionar sobre los gobiernos progresistas latinoamericanos o progresistas en general. Estos se muestran como momentos históricos en los que las condiciones de vida de sus poblaciones siempre olvidadas mejoran ostensiblemente y donde incluso con osadía intentan estrechar la brecha existente entre unos ciudadanos y otros, apostando por la justicia social, sin embargo hay una realidad, y esta es, que terminan desplazando o asimilando a los sectores combativos de la sociedad, que no consiguen revertir la ideología imperante y que sirven en bandeja al neoliberalismo un nuevo ejército de clase media dispuesto, ahora sí, en condiciones de comenzar a consumir.


Parece un final desalentador, pero me gusta como casi colofón a esta pequeña incursión en las tecnologías. He disfrutado mucho el escribir y con ello reflexionar, el intentar analizar con mayor o menor fortuna pero siempre de manera crítica lo que me rodeaba y ha sido un placer agotador, del que mis ojos y cabeza agradecerán su final, pero del que se deleitarán en el futuro. 
Gracias por vuestro apoyo incondicional en todo este tiempo, allá tan lejos.


Un beso a todxs, ciao Madrid y que viva l’América. 


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