lunes, 12 de enero de 2015

Ecuador LXXIV. De vuelta






Ha pasado más de un año desde que aterrizásemos por primera vez en tierras Ecuatorianas, y aunque os hemos ido contando parte de nuestras vivencias poco a poco, el fin de esa primera etapa nos hizo reflexionar, sobre todo a la hora de decidir empezar nuevamente aquí.

Estas son las conclusiones:
Ecuador es un país espectacular, con maravillosos contrastes humanos y naturales. Es el país que nos ha dado un sinfín de oportunidades a nosotrxs y a tantas otras personas que no veíamos posibilidad de desarrollo (humano, profesional, espiritual, económico…) en nuestros países.

Las adaptaciones a veces no son fáciles, pero sin duda esas dificultades que a veces parecen interminables nos han hecho crecer. Una de las mayores ganancias ha sido la práctica de la tolerancia a la diferencia en todos sus aspectos. Parece muy fácil decirlo, pero resulta complicado conseguir cambiar el prisma con el que miramos las cosas, entender otros valores y respetar otros tiempos sin caer en el eurocentrismo y perdernos en la crítica eterna.

También podríamos resumir el año en cifras:

He escuchado unas 380 veces la pregunta ¿No tiene hijos? ¿Y no va a tener? Si supieran que me fui de España huyendo de esa pregunta…

Nos hemos desparasitado 2 veces, y a David le ha salido un gusano de la boca.

Hemos comprado más de 100 galones de agua potable.

Nos han saludado y hemos respondido con un “Hola veci, ¿cómo le va?” más de mil veces, y hemos escuchado eso de "no sea malita" (=por favor) y "dios le pague" otras tantas.

Hemos pasado unas 150 horas en los buses que unen Quito e Ibarra, y habremos visto unas 50 películas de acción, al menos dos de ellas en chino y sin subtitular.

Hemos recorrido unas 200 veces el camino entre nuestra casa y la de Ruth, Sebastião y Unai. Jugamos más de 30 partidas a la pocha, y Ruth ganó casi todas.

Hemos okupado el maravilloso salón de Henar y Lucas más de 10 veces, y hemos atascado su baño casi otras tantas (muchas conocisteis la "fragilidad" de las cañerías ecuatorianas).

Nos encontramos un elipeño y una elipeña (adoptiva) en Quito que pasaron a ser tres y que ahora están a miles de kilómetros de aquí.

Atendí unas 4000 consultas en casi 9 meses. Revisé a más de 300 niñxs varias veces. Visité las Comunidades y barrios 5 o 6 veces al mes. Desayuné con lxs abuelitos una vez por semana. Controlé el embarazo de más de 60 mujeres. Nació un niño en el Subcentro.

David recorrió a pie el camino que une Ibarra con La Esperanza más de 30 veces, yo la mitad. (sólo de bajada…)

Fuimos ilustradxs sobre el mundo indígena (kichwa karanki) en los más de 15 encuentros con la familia de Olguita.

Pasamos unas 50 horas conectadas al skype con familia y amigxs.

Bebimos demasiadas botellas de Pilsener...

En este años me hice dos pasaportes nuevos y una cédula de identidad

David pasó más de 300 horas en la azotea, lavando ropa a mano mientras escuchaba la radio pública del Ecuador.

Me preguntaron 150 veces si soy gringuita o si puedo enseñar inglés. Una vez me pidieron enseñarle ruso a un muchacho, y 5 veces me felicitaron por haber aprendido a hablar español tan rápido.

No conseguí aprender más de 5 palabras en kichwa.

Cultivamos unos 3 kilos de tomates, y dos pimientos de nuestra propia huerta.

Fuimos al cine a ver pelis ecuatorianas 8 veces.

Vivimos un temblor y una “amenaza de hecatombe”.

Cruzamos más de 100 veces la línea del ecuador.

Nos hemos comido unas 15 tilapias cada unx, con sus inseparables helados de paila.

Cocinamos unos 2 kilos de arroz para hacer sushi casero.

El Cotacachi amaneció nevado más de 20 veces           el Imbabura sólo una, pero fue bien linda.








David ha escuchado unas 20 veces el enlace ciudadano de los sábados, y ha leído el periódico unas 365 veces.

Hemos recibido más de 10 visitantes, con lxs que hemos compartido centenares de kilómetros de carreteras y mil experiencias lindas.

Me han llamado “doctorita” unas 2000 veces y a David “licen” otras tantas.





 Visitamos 5 o 6 veces el museo Guayasamín sin dejar de conmovernos, yo lloré dos veces.

Hemos conocido más de 30 clases de colibríes (la más linda está en España).

Nos han picado unos 500 mosquitos, y mordido unas 300 hormigas, por suerte no conocimos la temible Conga. 

Pelusa, la perra de nuestra casera, mordió a 5 de nuestras visitas. Por cierto, ¡os manda saludos!

Sobrevivimos a la escasez de oxígeno por encima de los 2200 metros.


David celebró sus 40 deliciosamente acompañado.


Y sumando todas esas cifras, el resultado es que tenemos ganas de aumentarlas y sumar nuevos valores. Así que aquí estamos de nuevo, con ganas de vivir una nueva etapa y con nuevos sueños. El dónde y el cómo…ya llegarán.

Y la coletilla del final, que no falte… Estemos donde estemos, esperamos vuestras visitas!!

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