En alguno de esos informes con los que suelen anestesiarnos periódicamente y en los que se cuantifican de manera despersonalizada algunas de las realidades que se dan en nuestro planeta, se dice que la zona Latinoamericana es la que concentra una mayor desigualdad económica en su población. Cierto es que en la última década se han realizado importantes esfuerzos por disminuir la pobreza y también la desigualdad (coeficiente Gini) por parte de los gobiernos progresistas de la zona, pero aún queda mucho trabajo para alcanzar una justicia que después de décadas de expolio quedó muy maltrecha.
Nuestro
amable casero (con el que nos comunicamos telefónicamente por vía
interoceánica), evidencia (como siempre ocurre en el pensamiento de quién
dispone de “esclavos” a su cargo) que su enorme alma cristiana y por tanto caritativa
salvó del infierno seguro a aquella pobre chica y ahora señora situada en la
pobreza desde la misma cuna. La realidad es que ella le ha servido y en la
actualidad le sirve para cuidar el edificio y para continuar siendo su
“esclava” como lo fue desde el momento de su salvación. Ni que decir tiene que
esta mujer ha sido víctima de su condición social de partida, de la pésima
educación que existía en el país y posiblemente de una dosis extra de
ecuatorianidad, lo que ha hecho que junto con su condición de mujer, la vida no
haya sido nada fácil. La cuestión es que trabaja prácticamente 24 horas diarias
los siete días de la semana y aunque siempre nos prometieron que con esfuerzo
se puede conseguir todo, en este caso no surtió efecto, (quizá que esto ocurra
sólo en los Estados Unidos). No puedo contar con mucho detalle lo que fue su
vida hasta que la conocimos (sería un trabajo para Laverty), pero hasta ese
momento sabemos que hubieron tres hijxs, al menos de dos padres diferentes y una nueva y actual pareja. Seguramente nadie
le ayudó en la educación de los guambras, nadie le explicó tantas cosas y
posiblemente hubo una dosis de inconsciencia y la habitual falta de
planificación, la cuestión es que uno de ellxs le salió ni-ni y aún peor le salió
delincuente. La probabilidad es algo de lo que no podemos huir y con tanto
condicionante no es de extrañar.