domingo, 1 de septiembre de 2013

Ecuador IX. Cuenca


Llevaba años diciendo que quería ir a Cuenca, me había perdido el viaje cuando fueron Irene y Olaya (allá por el año 2000) y desde entonces siempre había querido ir…pero por fin, el año pasado ¡lo conseguí! El maravilloso regalo de Lara, Antonio y Emma hizo que pasásemos por allá una tarde. Se me hizo corto y decidí visitar Cuenca de nuevo, esta vez en Ecuador…

El viaje en bus desde Ambato dura unas 8 horas, aunque la distancia no debe superar los 350 kilómetros. La “culpa” es de los maravillosos e interminables Andes, son esas curvas al filo de precipicios impresionantes las que no permiten mayor velocidad. Esas curvitas con los corazones azules que ya os conté. Por otro lado el ambiente en el bus es casi tan pintoresco como la carretera. Lo más típico son esas funditas para el mareo (bolsas para vomitar) y los carteles que dicen: “Sea culto, no bote basura por la ventana”. El caso es que yo vi un par de bolsas llenas de helado recién digerido salir volando directas al asfalto.


Y llegamos a Cuenca. Todo el mundo nos había dicho que era una ciudad muy bonita, que le encantaba a lxs turistas y que muchxs extranjerxs se quedaban a vivir. Lo cierto es que tiene un aire distinto al resto de las ciudades que hemos ido conociendo. Al final, sin tener muy claro el porqué, llegamos a la conclusión de que nos resultaba más familiar, y no sólo por el nombre. Y esa familiaridad hace que vivir en esta ciudad parezca más “sencillo” que en otras, parece que el choque es menor, como si casi no hubiese que adaptarse.


 





Alberto Caleris, cantautor Argentino, en la Cruz del Vado
Es la tercera ciudad del país, cuadriculada, con varias plazoletas bonitas y como toda ciudad Andina, rodeada de montañas en 360º. Al ser una ciudad grande (y con bastante presencia extranjera) tiene otro ritmillo y otro ambiente, ciclos de cine (vimos un par de pelis en un ciclo de cine Italiano, otra vez gratuito!), conciertos al aire libre (Alberto Caleris, ) y alguna manifestación. Además de las del Yasuní presenciamos otra por la quiebra de una cooperativa de crédito en la que muchas familias habían perdido sus ahorros (quizás esto contribuyó a que nos resultase familiar… los mismos problemas se repiten en cada continente, ¿será el sistema?).
 
En el Museo del Banco Central pudimos ver una exposición sobre Antropología del Ecuador y aprender un poquito de la Historia de la Ciudad, que antes de la Colonización y de la invasión de los Incas estaba poblada por Cañaris, indígenas de esta zona del Ecuador. En la actualidad los “Cañarejos” son los descendientes de toda esa mezcla, y su idioma es el kichwa (la mayoría de las comunidades indígenas del Ecuador adquirieron el kichwa con la invasión Inca, pero mantuvieron características de sus lenguas como su acento y parte del vocabulario). En las afueras del Museo hay restos de parte de la ciudad Inca (Tomebamba), y a unos 200 metros restos Cañaris, Incas e Hispanos en el mismo conjunto arqueológico.

Además de los entretenimientos de la ciudad, hay cosas para hacer en los alrededores. A unos 20 km de la ciudad, por la carretera que va a Guayaquil, nos encontramos el Parque Nacional de El Cajas. Es un humedal con picos de hasta 4500m y zonas bajas con bosque nublado, el paso más alto de la carretera está a unos 4100m. El Parque es muy extenso y está plagado de lagunas de origen glaciar. El clima en la zona alta es muy ventoso, frío y húmedo, y el único tipo de árbol que consigue sobrevivir en esas condiciones es el "árbol de papel" (Polylepis). En la zona de bosque húmedo los árboles están cubiertos de musgo, hay muchos tipos de orquídeas y bromelias, y cientos de tipos de aves. La excursión fue dura, pasamos frio y nos bañamos con la lluvia, pero el locro con papas (sopa de patatas, choclos, queso y aguacate) y la truchita bien merecieron “la pena”.

Quedó pendiente hacer una excursión de 2 días durmiendo en carpa para recorrer parte del Camino del Inca, ¿alguien se anima para la próxima?
Lucía
 

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