(Hacemos un pequeño paréntesis temporal y volvemos al final
de nuestro viaje, justo antes de haber llegado nuevamente a Ibarra y ponernos a
buscar nuestro hogar)
Junto con Quito son las dos grandes ciudades del país,
aunque no tienen el tamaño de otras capitales latinoamericanas. Y entre ellas
las similitudes son imposibles, una es caliente la otra es fresca, una se
encuentra entre lenguas de mar que penetran y ríos que fluyen al océano, la
otra se retuerce entre montañas andinas, la una es caribe, la otra es indígena,
una es bachata y salsa, la otra es folklore, pero las dos tienen su
personalidad propia y su encanto.
Lo que previamente llega a tus oídos sobre esta ciudad, es
la violencia que en ella se ceba, no en vano tiene los suburbios más grandes
del país, sin embargo nuestra estancia ha sido de lo más tranquila y
placentera. Sólo incomodada por algún que otro mosquito a la noche.
En cualquier caso la primera sensación al llegar a Guayaquil
City (como cantaba Manu Chao), es la de llegar por fin a una “ciudad”, con anchas
avenidas, con una 9 de Octubre eje este-oeste que podría recordarte a la gran
manzana (a lo mejor son los taxis amarillos), pero quizá sea simplemente una
sensación que proviene del contraste con las ciudades andinas hasta entonces
vistas.
Aquí en “Guayas” como también se la conoce, la temperatura
roza los 30ºC (y eso que no estamos en temporada de lluvias, porque en ésta la
humedad te aplasta sobre el piso), la tez se vuelve más oscura, las ropas escasas
y ceñidas aparecen y hasta el caminar es distinto, todo te hace recordar que
quizá llegaste al caribe. La ciudad parece más viva y cuando el sol desaparece,
aún la población permanece en la calle. El centro y más allá es una inmensa
cuadrícula plana, de edificios de dos o tres plantas con soportalitos para
combatir el sol y de alguna manera nos recuerda a Centro-Habana. (Aunque por si
alguien conoce ambos sitios, quiero decir que nos recuerda, en ningún momento
se puede comparar con la hermosa Habana).
Pero Guayaquil también es conocida por su malecón 2000, o
mejor dicho malecón Simón Bolivar. El propio Simón Bolivar y José de San Martín
son los que te reciben cuando la 9 de octubre desemboca sobre el río Guayas.
Pero aparte de ellos, a nosotrxs nos recibieron los “maderos salseros” como los
bautizó Lucía. Eran una banda de música formada por la policía metropolitana,
que en este caso si llevan su nombre y nº de placa en la chaqueta, y que nos
sorprenden por lo bien que tocan y por los ritmos latinos que desarrollan
(salsa, bachata, merengue…). La visión de un poli con anchas gafas de sol,
bigote oscuro y su habitual corpulencia tocando unos bongos es reconciliadora.
Libertadores de ayer y hoy. |
Y este malecón es una zona agradable de 3 km que discurren
paralelos al río Guayas, con sus zonas arboladas, sus zonas de recreo y sus
zonas de comidas. Al final de este llegas al barrio de las peñas, situado en el
pintoresco cerro Sta Ana. En su cumbre hay un pequeño faro desde el que es
posible divisar parte importante de la ciudad. Cuando el sol cae, aquí se
instala el corazón de la capital costeña.
Mulata en Malecón. |
Olvidé hablar del parque seminario, lugar donde se dan cita
la Catedral de la ciudad y cientos de iguanas que apenas se inmutan ante nuestra
presencia.
Encuentra la iguana. |
Guayaquil me gustó, sin embargo ahora que volvimos a Quito,
me parece que este es una ciudad orográfica y arquitectónicamente más diversa y
posiblemente más habitable. (David)
Me contratan pa ilustrar el libro q estàn haciendo!
ResponderEliminarUna pregunta: Y cómo le hacen para q sea la bandera de Venezuela la ùnica que ondea?
¡Qué bonita se lee (y se ve) Guayaquil! Gracias por hacernos partícipes de vuestro viaje. Beso
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