jueves, 20 de marzo de 2014

Ecuador XLVII. Un día cualquiera disfrutando de la enseñanza ecuatoriana.



Ya es hora que después de casi dos meses cuente algo de mi experiencia docente. Es difícil saber por dónde comenzar, pero podría empezar narrando lo que es un día cualquiera en el colegio y la sucesión de acontecimientos que pueden darse en ese tiempo.

Mi jornada laboral comienza a las 11 horas ya que el bachillerato tiene horario de tarde, por la mañana estudian los alumnxs de primaria y secundaria básica. El colegio es enorme, con multitud de instalaciones deportivas (algo mal conservadas) y espacios verdes por doquier. Al traspasar el portón de entrada y cuando te vas dirigiendo para poner tu huella digital en el reloj antes de que lleguen las 11:00, el centro tiene la misma vida que podrías apreciar en el mercado, unos deben ser alumnxs que en ese momento no tienen profesor, otros los de la tarde que ya están por allí para participar en brigadas de sexualidad, ecología, música… o para ir copiando los deberes de los compañerxs. El centro forma parte de la ciudad, es una prolongación de esta, hay un continuo entrar y salir de padres y madres, de chicas y chicos, incluso algún que otro perro te encuentras olisqueando las aulas. (Un día me encontré hasta una chica que cambiaba el pañal de un bebé en el césped, todavía no sé si sería estudiante del colegio y madre de la criatura o quizá alguien que pasaba por allí y no encontró mejor lugar). En el Ecuador el colegio es una institución importante de la ciudad, participa en campeonatos deportivos de toda índole, desfila en eventos culturales y festividades locales, y el sentimiento de pertenencia a la misma está muy marcado.
Casa Abierta educativa en el pabellón
Como es lunes nos preparamos para que a la una (nuestra hora de inicio de clases) comience el minuto cívico (un decir porque siempre se consumen los primeros 40 minutos de clase). Los bachilleratos hacen filas en el patio, 40 chicxs por cada uno de los 7 grupos, de cada uno de los tres niveles que hay. Forman al más puro estilo militar bajo las órdenes del inspector de turno, el rector se dirige a ellxs comentando alguna obviedad y mientras entonamos el himno nacional algún chico o chica destacada durante la semana anterior iza la bandera. Para finalizar volvemos a entonar el himno pero en este caso el del colegio, y listxs para deshacer filas y empezar la semana con una hora menos de clase.

Las aulas tienen un tamaño medio, pero quedan algo pequeñas para los alrededor de 40 alumnxs (la ley dicta menos pero la presión popular obliga a que el distrito de educación permita mayor número en el caso del Teodoro, colegio fiscal (público) más antiguo y prestigioso de la ciudad). El tema género se observa nada más entrar en el aula porque en las partes traseras abundan los chicos. Te reciben en pie, a la espera de tus buenas tardes y de que les permitas tomar asiento. A continuación el semanero te ofrece los marcadores y el borrador y a empezar.

Las interrupciones no se hacen esperar, un chico en silla de ruedas, con el permiso del rector, entra en la clase para apelar a la solidaridad estudiantil y llevarse unos dolaritos para su rehabilitación (hoy por mí mañana por ti), después y por la celebración del día de los enamoradxs una chica se presenta para vender unas rosas con las que sorprender a tu pareja o amigxs. Cuando crees que no habrá ningún sobresalto más, puede llamar a la puerta un padre, una madre un hermanx o cualquier familiar, “disculpe licenciado sólo será un momento”. Mientras todo esto acontece, al lado de tu ventana pueden estar los de cultura física haciendo acrobacias, el jardinero cortando el césped o algunos chicxs tocando la guitarra o como el último día la trompeta.

Si no fue suficiente para intentar ver la utilidad de la trigonometría en la resolución de problemas, puede aparecer el ministerio de educación para mostrar un video sobre el buen vivir, el CNE para explicar el voto facultativo, o consejería estudiantil para celebrar un evento por el día de la mujer.

Cada día es una aventura y siempre hay algo que te sorprende; tener que pagar tú mismo las fotocopias de los exámenes para trasladarle la deuda al presidente de clase y que él se lo cobre a los compañerxs, la inmadurez del alumnx cuando pronuncias alguna palabra con contenido sexual o malsonante (las risitas se propagan y contagian), la existencia de un presidentx entre los padres/madres de familia o la muy buena organización que tienen los alumnxs para trabajar en grupo o para resolver cualquier asunto como clase, algo que en el mundo educativo español es bastante más difícil.



He tenido la suerte de disfrutar de una “gira de observación” (es decir una excursión) con el paralelo del que soy dirigente y fue muy bonito ver como todxs iban con su cuaderno tomando notas sobre los lugares que visitábamos, al margen de brincar en el bus como se espera de adolescentes.



Mascarilla de las aguas hediondas. Tufiño (Carchi).

La experiencia está siendo muy interesante y como siempre lo mejor son ellxs, lxs estudiantes. 
Parte de mi tutoría.
Ahhh son las 19:00 y vuelvo a poner mi huella en el reloj, la noche ya cayó sobre Ibarra.

Continuará…

2 comentarios:

  1. Vaya con el ritmo del cole. ¡El inicio del día en el cole no tiene precio! Con los himnos, la izada de bandera, el recibimiento en la clase.
    Lo de las constantes interrupciones, digo yo que, debe sacar de quicio a cualquiera. Así no se avanza en trigonometría.
    Un gusto leerte, majo.

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  2. ya te preparo un taller de género para perder alguna clase más de matemáticas......

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