Siguiendo con la idea de contaros algunas de las
cosas vividas en el curro los últimos meses, paso a contaros una faceta de mi
trabajo que no había podido desempeñar en España, la parte Comunitaria.
La medicina Comunitaria conlleva la inversión de los
papeles, en lugar de ir lxs pacientes al centro de Salud (nuestro templo), la
doctorita se traslada a la Comunidad para hacer fundamentalmente labores de
prevención y promoción de la salud, y en algunos casos, labor curativa.
En el caso de Ecuador, el Ministerio está intentando
aumentar de manera exponencial el número de especialistas en Medicina Familiar
y Comunitaria, pues como se ha demostrado en muchos países, es la forma más
rentable (y humana) de invertir en salud. Así cuando yo llegué al país hace 1
año había unos 300 médicos de familia en todo el país, y ahora se están formando
unos 40 en cada provincia al año. Aspiran a tener unos 5000 especialistas más
en unos años. Mientras, tratan de suplir “el déficit” con lxs que estamos
dispuestxs a venir.
Además, tratando de reforzar la base de la atención
sanitaria, han creado la figura de lxs Técnicxs en Atención Primaria, que son
miembros de la Comunidad que se capacitan (una especie de FP de 2 años) para poder
trabajar como agentes de salud e intermediarios entre la comunidad y lxs profesionales.
Trabajar con ellxs es un lujo, porque además de conocer la zona al dedillo, son
imprescindibles para la traducción kichwa-español y romper las barreras
culturales. En mi caso han sido las personas de las que más he ido absorbiendo información
sobre las costumbres de la cultura kichwa.
Mi zona, es bastante rural, y de mayoría indígena, así
que la parte de Comunitaria adquiere aun más valor. Todo lo que hacemos fuera
del centro se llama actividad extramural, y afortunadamente, hay bastantísimo
trabajo. Aquí va un pequeño resumen.
Estuvimos yendo a las comunidades indígenas y barrios para hacer controles a niñas y niños dentro de un proyecto llamado “Creciendo con nuestros hijos”, perteneciente al Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES). El objetivo es mejorar las condiciones de vida de niñxs de hasta cinco años cuyas familias están en riesgo de exclusión y/o pobreza. Cada semana son visitadxs en sus casas por personal del MIES, y un par de veces por año les visitamos en el barrio o comunidad para hacer revisiones de salud, desparasitar, dar suplementos vitamínicos… Muy parecido a lo que hacemos en la consulta, pero es bastante agradable atenderlos en su ambiente.
Hacemos controles similares en las escuelas y
colegios una o dos veces por año.
También hemos salido a visitar personas con
discapacidad, que también pertenecen a un proyecto del MIES, por el que reciben
ayudas económicas o materiales (recientemente han estado repartiendo camas y
colchones).
Otra de las actividades ha sido salir a hacer visitas a
mujeres recién paridas y sus bebés. Sobre todo en los casos de parto en la
casa, para comprobar que el bebé está bien, ver cómo val la lactancia,
entregarle hierro a la madre, ofrecerles la prueba del talón y los controles en
el centro, o lo que se tercie (en alguna ocasión me ha tocado ayudar a
bañarlos). Os podéis imaginar la sensación cuando veo una bebita de 24 horas,
toda envueltita en paños porque esas casas no tienen calefacción, y a veces ni
cristales en las ventanas, con su mama de 17 años, unos cuantos primos
alrededor, e incluso algún perro o pollo paseando por la habitación. Ya os
decía yo que son supervivientes.
Y ahora vienen mis dos actividades favoritas, y de las
que me he encargado semanalmente los últimos 6 meses. Estos dos grupos me han
aportado tantas vivencias que creo que se merecen relato aparte, pero al menos
os los voy presentando.
Uno es el grupo de “Adultxs mayores”. Son las personas
mayores de 65 años, que diariamente se reúnen en un local construido por el
gobierno parroquial, el Centro Integral del Adulto Mayor, donde realizan
manualidades, bailan, comparten su soledad, desayunan y comen. Algunas de ellas
están en una situación bien precaria, problemas de salud, discapacidad,
desnutrición, violencia, abandono familiar, etc. así que ir al Centro cada día,
les da la vida (y en muchos casos las dos únicas comidas que toman al día). Y
ahí he estado yendo yo más o menos una vez por semana, a ver a mis abuelitas y
abuelitos, a darles atención, en sentido médico y en el sentido más amplio, a
mirarlxs y escucharlxs. Me han acogido con un cariño inmenso, tanto así que si alguna
semana no he podido ir, cuando reaparezco me reciben con aplausos, me abrazan,
me besan y me magrean. Creo que son tan cariñosxs y agradecidxs porque se han
sentido siempre abandonadxs. Siempre acaban con lo de “muchas gracias
doctorita, dios le pague doctorita”, menos mi querido Segundo Rainaldo, que se
despide con “muchas gracias compañerita”, y a mi se me enamora el alma, se me
enamora…
Dibujando a ciegas |
La otra maravillosa actividad comunitaria de la que me he
estado encargando es un grupo de adolescentes de uno de los colegios de la
parroquia. Desde el centro se intenta trabajar especialmente con adolescentes,
por los problemas de embarazos no deseados, violaciones, droga y violencia
intrafamiliar que hay en la zona, así que hay grupos en los distintos colegios.
A mi me tocó empezar con un grupo 2de nuevas”, y de tan nuevas, porque yo nunca
había trabajado con grupos, y menos de adolescentes. De hecho me acojonaba un
poco porque, por lo que siempre me ha contado David de su día a día y lo que he
podido apreciar yo al irlo a buscar alguna vez, tenía ciertas reservas con la
chavalada. El caso es que, con toda mi motivación, un poco de pánico escénico y
la falta de experiencia, empecé poco a poco, tratando de conocernos para
abordar temas como la autoestima, el género, la violencia o la sexualidad…y
haciendo además dinámicas para recrearse un poco y que perdieran el miedo a
expresarse (Gracias Guille y Susana por las dinámicas!)
Analizando estereotipos |
Y así ha sido como he ido conociendo la zona, caminos y
caminos, lomas y lomas, quebradas y quebradas y perros y perras. También me ha
permitido meterme en sus vidas, en sus casas, sus escuelas, comer con ellxs,
compartir ratitos y hacer lo más bonito de mi trabajo, el seguimiento. Esto aumentó
el vínculo con “mi gente”, y desde luego ha sido un gran respiro y alivio salir
de “los muros” del centro de salud y trabajar más a mi aire.
que lindo lucia!!! como te echo de menos!!me dan ganas de llorar lleerte y tb de irme contigo a hacer trabajo comunitario, no necesitan por ahi trabajadores sociales venidas a bailaoras?
ResponderEliminarun abrazo!! te quiero!!!