METER LAS MANOS EN LA ROPA SUCIA
Si alguien les avisara de que el bolsillo de una maleta
contiene ropa sucia. Meterían sus manos, ¿sí o no? En este del que aquí hablo
la respuesta fue, sí. El policía antinarcóticos metió la mano en el bolsillo
exterior de mi maleta sumergiendo sus cinco falanges y palma entre un buen
montón de calcetines y ropa interior que habían absorbido el tiempo vacacional.
A mí, que me registren. Él estaba avisado. Bueno no quiero empezar el relato
por el final. Porque esta supervisión a fondo de mi equipaje sucedió el último
día de los 21 que pasé en Ecuador. Así que, vayamos al principio.
Ibarra
estás rodeada
Rodeada de varias montañas que, durante los días que
pasé allí, se empeñaron en ocultarse. Sobre todo el Imbabura y el siempre
nevado Cayambe. Ibarra es tranquila, salvo cuando el tráfico de la mañana hace
que parezca otra ciudad. Con más prisas, aunque creo que queda muy lejos el
amargo sabor del estrés que tragamos en Madrid.
Pero, sin duda, la mejor experiencia en Ibarra fue
visitar la casa de Olga y su familia. Un balcón con vistas a Ibarra en el ella
y sus dos hijas, Maggie y Narcisa, nos prepararon una riquísima y contundente
fanesca, el plato típico de la Semana Santa ecuatoriana que nosotros, al margen
de las rigideces religiosas, tomamos a principios de mayo. La receta: un buen
montón de granos de temporada, bacalao seco, bolas fritas de harina de arroz, aguacate,
huevo duro y queso fresco. Mmm, rico, rico.
Y no puedo dejar sin contar la linda experiencia que
fue para mí subir esa montaña para llegar hasta el consultorio de la doctora
Lucía Martínez. Una doctorita
encantadora que día a día transmite su mejor medicina a quienes la necesitan.
Cariño y profesionalidad.
Mención aparte y mi posdata va para los riquísimos
jugos de frutas que se pueden tomar en el mercado de Ibarra. De alfalfa,
naranja, naranjilla, tomate de árbol o guanábana.
Por fin me aprendí los nombres. La laguna de Cuicocha.
Una caldera volcánica cercana a Ibarra. Un paisaje por el que disfrutar de un
buen paseo descubriendo todo tipo de flores y plantas que acaba, para el que
las fuerzas le acompañen, en la cima del volcán Cotacachi, de casi 5.000 metros
de altura. No pudimos llegar a la cima, la lluvia nos lo impidió, que, de lo
contrario, se iba a haber notado el ‘efecto fanesca’.
Rumbo
al oriente
Despedimos temporalmente a nuestros pacientes y
hospitalarios anfitriones. La doctorita
y el lisensiado. Tras un largo viaje
llegamos a nuestro siguiente destino ecuatoriano. Allí donde un montón de monos
de diferentes tamaños y diferentes familias saltan de árbol a árbol ante tus
ojos. Donde dos caimanes asoman sus ojos brillantes en la oscuridad de la noche
rota solo por el haz de luz de una linterna. Donde descansas en una cabaña
frente a un poco de agua remansada en el que dicen que cazan las anacondas.
Donde descubres que hay árboles que caminan, sí, sí, se mueven poco a poco
cuando tienen que buscar los rayos del sol. Donde hay que tener cuidado con una
hormiga de gran tamaño, llamada la conga, cuya picadura es dolorosa. Donde
puedes ver delfines de agua dulce, arañas escorpión, tarántulas, tucanes,
periquitos verdes desayunando sales minerales de la tierra. Donde te bañas
cerca de pirañas y no pasa nada. Donde crecen la ayahuasca y varias plantas anticonceptivas. Donde los kichwa te enseñan todo lo que saben. Todo eso y mucho
más sucede en la selva de la Reserva de Producción Faunística
Cuyabeno al noreste de Ecuador, muy cerca ya de Colombia.
Quito,
ciudad de Oswaldo Guayasamín
Ya con la doctorita
y el lisensiado Quito nos recibió los
tres días que anduvimos por allí con un poco de agua. Quito es bonito, pero a
mí hace tiempo ya que me deslumbran más los pequeños pueblos y los bellos
paisajes.
Eso sí, a esa ciudad le estaré siempre agradecida por haberme presentado a Oswaldo Guayasamín. Un artista, pintor y escultor, con una enorme calidad humana. Sensible y comprometido con todo lo le daña al ser humano y provocado por otros humanos. El artista que decidió dedicarle una capilla, no a los dioses, a los santos o las vírgenes, sino a la humanidad. Al dolor y a la esperanza. A la injusticia y el silencio injusto de las víctimas de verdugos sin alma y con ambición. Necesario de conocer: Oswaldo Guayasamín. http://www.capilladelhombre.com/
Eso sí, a esa ciudad le estaré siempre agradecida por haberme presentado a Oswaldo Guayasamín. Un artista, pintor y escultor, con una enorme calidad humana. Sensible y comprometido con todo lo le daña al ser humano y provocado por otros humanos. El artista que decidió dedicarle una capilla, no a los dioses, a los santos o las vírgenes, sino a la humanidad. Al dolor y a la esperanza. A la injusticia y el silencio injusto de las víctimas de verdugos sin alma y con ambición. Necesario de conocer: Oswaldo Guayasamín. http://www.capilladelhombre.com/
Bucear con Carola
Si estás en las islas Galápagos te pueden pasar cosas
como que llegues hasta una enorme playa y sobrevuele tu cabeza un pelícano que
decide hacer una parada a unos metros de ti sobre el agua del mar. También
puede pasarte que en tu camino te encuentres con una comunidad de iguanas a las
que no les importe tu presencia y tu impertinente cámara captando su quietud
mientras toman el sol. Además puedes encontrarte con los pies en el agua
mientras la cría de una tintorera (tiburón) nada deprisa para no quedarse en
tierra cuando la ola vuelve a adentrarse en el océano. Puedes reírte cuando,
después de una gran caminata, encuentras un banco y te das cuenta de que está
ocupado por un lobo marino que descansa ajeno a tu cansancio. Disfrutar de cómo
cazan los piqueros de patas azules lanzándose a toda velocidad contra el agua
para pescar algún pez que no ha tenido tiempo de escapar. Y, por último y entre
un montón más de increíbles contactos con animales, puedes bucear a pulmón tú
sola, en una playa, cerca de la orilla y encontrarte con Carola (así le he
puesto el nombre yo por ser ese el nombre de la cala), una tortuga que deja que
le acompañes en su paseo. Me gusta el mundo animal.
Descubriendo
Mindo
Volvimos a encontrarnos todos. La doctorita, el lisensiado,
el tío Julito y la que nadó con Carola. Esta vez con un carro alquilado nos
dirigíamos a Esmeraldas, la zona noroeste de Ecuador bañada por el Pacífico.
Pero antes hicimos una parada en Mindo. Un pueblo rodeado de un paisaje
espectacular. Verde y más verde, un río, el Mindo, que pone banda sonora al
lugar, que corre a toda velocidad para dar de beber a toda esa flora dispuesta
a que el visitante la disfrute. Recomendabilísimo caminar por los senderos de
la montaña para descubrir alguna cascada. Recomendabilísimo descansar en Mindo.
Días
de playa
Y qué mejor opciones que hacer noche y día en Playa
Escondida y en Mompiche. Un gustazo disfrutar de unas playas que, a ratos,
durante la noche, le dejan ganar la batalla del espacio al agua. Qué gustazo
descubrir las pequeñas conchas que, cuando la ola se va, salen a pedirle que
vuelva, y cuando regresa, se esconden tímidas y rápidas en la arena. Y qué gustazo
pegar saltos sobre la arena para inmortalizarlos en unas fotografías con mi
cuñada, mi hermano y mi tío.
Y aprovecho la ocasión de las citas para agradecer tan buen trato a Lucía y a David y extender mi saludo a esos buenos amigos Ruth, Sebastiao y Unai.
Y aprovecho la ocasión de las citas para agradecer tan buen trato a Lucía y a David y extender mi saludo a esos buenos amigos Ruth, Sebastiao y Unai.
Se queda mucho por decir. Pero para qué leer sobre ello cuando es mejor ir y disfrutarlo. Ecuador tiene gente amable, pocos turistas, intenciones de crecer en educación y sanidad. Más cuestionable ya es lo del petróleo (si hay que sacarlo de donde ahora hay un ecosistema único y comunidades indígenas que viven de esa naturaleza). Vayan y vean, y luego cuéntenoslo.
P.D. Ah sí, que se me olvida comentar lo de las manos en la ropa sucia. Bueno es una de mis pataletas ante el agotador sistema de “seguridad” que nos impusieron en los aeropuertos y que rozan a menudo el ridículo, la intimidad del viajero y su honorabilidad. Vamos que desde Quito hasta Madrid, pasando por Guayaquil y Amsterdam pasamos como una decena de controles de todo tipo. Sería que querían controlar mi grado de felicidad por los 21 días con mi familia ecuatoriana.
P.D.
(Segunda parte). Bueno también es que me han dicho que en
este blog hay un sistema de audiencias y necesitaba comenzar este enorme
recorrido literario del viaje por Ecuador con algo que atrajera la atención del
lector. Espero haberlo conseguido hasta esta última línea.
P.D. (Tercera parte, y esta vez no es de la autora...) Aprovechamos el momento, el día y la circunstancia para mostraros la especialidad culinaria de Elena, delicia Republicana.
P.D. (Tercera parte, y esta vez no es de la autora...) Aprovechamos el momento, el día y la circunstancia para mostraros la especialidad culinaria de Elena, delicia Republicana.
Gracias Elena por regalarnos tu reportaje, realmente tuvo buen gancho lo de ropa sucia. Besitos
ResponderEliminarJulieta muchísimas gracias !!!! Besazos para ti y para toda tu familia. :-)
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