miércoles, 15 de julio de 2015

Ecuador XCV. ¡Otra vez sin trabajo!




Bueno, pues una vez más estoy sin trabajo, y casualmente, como los últimos años y como si aun estuviera estudiando, mis responsabilidades acaban en Junio. Parece que ese mes implica cambios año tras año, pero esa historia ya os la contaré otro día.


Ahora quería hacer un pequeño resumen de lo que han sido estos meses dedicada a la docencia, de cómo ese miedo escénico por la falta de experiencia y mi edad (la mayoría de mis alumnxs tenía una edad similar a la mía, pero otrxs eran mayores, y prácticamente todxs, con hijxs!) se fue relajando para permitirme disfrutar de una experiencia muy bonita.


Aunque desde la Universidad nunca me dijeron muy bien qué debía hacer, simplemente que mi trabajo era tutorizar y el objetivo conseguir que leyeran más, me dediqué al inicio a acompañarles en la consulta. Después comentábamos los casos y… hasta les ponía deberes!! (Me puse de profe dura y todo...)


Obviamente me ha tocado estudiar bastante, pero ha servido para compensar un poco la desactualización que arrastré trabajando para el Ministerio, así que fue sarna con gusto!


En fin, que más allá de que resultase bien o no, para mí la experiencia fue muy enriquecedora, he aprendido mucho de medicina, de mi misma y de las relaciones en este país, así que ha sido un privilegio de trabajo. Además he tenido la suerte de tener residentes muy majxs, y que me han hecho el trabajo muy fácil. Hasta diría que han tenido mucha paciencia conmigo!! Y por supuesto, creo que ha surgido alguna bonita amistad.


¡Sorpresa de cumpleaños!
Día de playa







 

Esta experiencia además me ha hecho recordar bastante mis tiempos de residente/resistente, incluso comparar…y ver que cada sistema tiene sus cosas buenas y las malas. La diferencia principal yo diría que es la “edad”, es decir, que aquí la especialidad es joven, reciente, nuevita y eso permite que todo se vaya creando un poco sobre la marcha. En este caso a demás me ha tocado trabajar con la primera promoción, así que la cantidad de cambios en los funcionamientos son constantes. Esto tiene también el inconveniente de que las cosas, hasta que terminan de arrancar, funcionan a medias. En España en cambio, todo estaba mucho más establecido, más rodado y hacía que las cosas funcionasen con un estilo que aquí parecería alemán de pura exactitud. Sin embargo había menos posibilidad de reinventarse.


Otra de las diferencias ha sido que aquí la carga teórica es mucho mayor debido a que, como ya os hemos contado alguna vez, el sistema educativo está en vías de mejorar. Esto hace que dependiendo de la universidad de origen el nivel fuese bueno, aceptable o incluso malo (ya sé que esto también ocurre en Europa, pero aquí el abanico es más amplio, y los mínimos están más bajos). Pero como yo les decía, lo importante no es de donde se parte, sino a donde llegamos al final y en la mayoría se sentía el espíritu de mejora constante. 

¡Ojú!
Y si hay algo que saben hacer bien aquí, es organizar fiestas (como la que le han montado al Papa), y por suerte, en este corto período he asistido a una "jornada de integración" que fue bastante divertida y realmente sirvió para conocernos más e integrar. Sólo os diré que acabé cediendo a concursar en karaoke, con el consiguiente ridículo, y bailando con un cow boy durante la famosa     "hora loca" con baile de la Macarena incluido. 

¡Toda una experiencia!
¿exportable?


En cualquier caso ha sido muy interesante poder participar en este proyecto, en la formación de lxs médicxs de familia del futuro, en la generación que espero cambie la forma de hacer medicina en el Ecuador, y por lo que he vivido, creo que el futuro es esperanzador (sobre todo si la Universidad comienza a tomarse el juego más en serio y no sólo a recibir la plata que el Ministerio paga por cada postgradista…)

Pero si tengo que destacar algo de estos meses de trabajo, sería sin duda a mi gran compañero de hazañas, Washington (Wachito para lxs amigxs, o sea, para mí). Con él he recorrido las carreteras de Manabí durante horas, y como al tipo le gusta bastante hablar y ha vivido y sabe bastante, ha sido como un curso acelerado de Ecuatorianidad Costeña. Un privilegio. El “man” además de ser hiper-responsable (lamentablemente algo raro aquí) y bastante prudente conduciendo, ha sido mi fiel escudero, mi Sancho y con quien me desahogaba cada vez que había algún rato malo o compartía los buenos. El cómo terminó siendo “mi chofer” fue gracias a “Diosito lindo” o a una maravillosa casualidad o un regalito de la vida como prefiero decir yo. El caso es que terminamos siendo “panas” (=amigxs) y probablemente salga alguna lagrimita en la despedida.


Con Wachito y su familia
Y con todas estas cosas lindas, ¿por qué lo dejo?


Pues por varias causas a la vez, pero quizás principalmente por inquietud, o algo así. Resulta que a pesar de comprometerse la Universidad a pagarme mensualmente, finalmente y después de sentirme maltratada -laboralmente hablando-, me pagaron al acabar el semestre y todo de golpe, así que, con esa platita en la cuenta, empieza a funcionar la maquinaria y se nos ocurrió una bonita manera de gastarlo, pero eso ya es otra historia, y a su tiempo llegará.

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