miércoles, 12 de agosto de 2015

Ecuador XCIX. Waorani, los hombres que hablan con los caimanes.




Si en este mundo vivir con autenticidad y resistir a las provocaciones del marketing, la moda y el consumismo es difícil, pretender mantener la pureza de un pueblo indígena amazónico rodeado por intereses petroleros, religiosos, turísticos y políticos, resulta prácticamente imposible.

Sin ser gran conocedora de la cultura Waorani, lo visto, oído y leído me ha permitido formarme una idea de la historia pasada, el presente y el futuro de este pueblo que me resulta algo trágica.


Para entender su situación, lo primero sería tratar imaginarse un pueblo de unas 3000 personas, que viven repartidas en unas 20-25 comunidades en el territorio más biodiverso del planeta – el Yasuní – cuyo subsuelo está plagado de petróleo. Además resulta que hablan una lengua (el Wao-tededo o terero; Wao= gente, Tededo= idioma, así que su lengua se llama algo así como “el idioma de la gente”) que nada tiene que ver con otras lenguas amazónicas y que aun no ha sido catalogada por “los expertos”. Y que su forma de organización social y de interacción con el medio y el resto de la población no se adapta a “nuestros patrones”.

Para ellxs la selva es su hogar, el bosque “ömë” es el lugar seguro, y el mundo exterior resulta hostil. Se consideran descendientes del Jaguar y el Águila Arpía. Son un pueblo cazador, recolector y parcialmente agrícola, tradicionalmente nómada, aunque en las últimas décadas se han ido haciendo más sedentarios.

Al considerar la selva como su hogar son sus principales protectores, pues es su garantía de supervivencia. Así, la caza se realiza para comer (no la practican como “deporte” ni con un fin acumulador) y además es selectiva y con métodos tradicionales. Los instrumentos principales son la cerbatana con sus dardos impregnados en curare, una neurotoxina natural que inmoviliza a sus presas, y para las presas grandes (pecarís) la lanza, hecha de madera de chontaduro, un tipo de palma.

Viven en pequeñas comunidades, constituidas generalmente por familias. El hecho de ser grupos poco numerosos facilitaba la supervivencia basada en la caza. Por ello mismo es/era un pueblo guerrero, que defendía con su vida su territorio y fuente de sustento. Al parecer esas luchas entre clanes permitían el control demográfico necesario para su subsistencia, pues aumentando su población, aumentan sus necesidades totales y se perdería ese equilibrio con el resto de la naturaleza, es decir, las guerras Waorani no tenían un carácter conquistador o imperialista, ¿raro en este mundo, no?

Todas las esferas de su vida, economía, organización social y mundo espiritual son un ejemplo de adaptación continua al ambiente selvático y con un equilibrio más que sostenible.

Ni que decir tiene que para poder sobrevivir en la intensa selva han tenido que desarrollar de una manera especial sus sentidos, para ver la Boa Constrictor que nadie ve, oler a los pecarís a decenas de metros o escuchar cada movimiento del caimán y poder imitar sus sonidos de manera que estos respondan.

La mansa y equilibrada vida de este pueblo comenzó a tambalearse al inicio del siglo XX. La extracción del caucho, la llegada de los misioneros y con ellos nuevas enfermedades, la construcción de caminos, la apropiación de tierras y el inicio de la fiebre del oro negro hicieron que su universo se viese seriamente amenazado. Por ello comenzaron a defenderse como guerreros ante esos contactos hostiles, y así se les comenzó a llamar “aucas” que en kichwa significa salvajes.

Probablemente en el uso de un término tan peyorativo para los Waorani tuvo mucho que ver el Instituto Lingüístico de Verano, todo un descubrimiento que pone los pelos de punta. Resulta que este grupo/organización tenía como objetivo la traducción de la Biblia Evangélica a lenguas desconocidas, con el fin de evangelizar a esos grupos de personas. Pues bien, los mismos supieron de la existencia de los Waorani y en los años 50 iniciaron los trámites para la “salvación de sus almas”. Esto supuso fuertes choques con el pueblo Waorani, que sintiéndose amenazados sacaban sus lanzas cuando fuera necesario. Como el método directo no funcionó, consiguieron captar a una Waorani que llevaba tiempo viviendo en zona kichwa (tras huir de su comunidad al ser asesinado su padre), y gracias a ella, a Dayuma, consiguieron contactar con los Waorani hablando en su propia lengua, se llamó la “misión auca”. Finalmente los evangelizaron.

Parece que los intereses del altruista instituto trascendían lo religioso, pues contribuyeron a la concentración geográfica de los Waorani y la disminución de su “agresividad” permitiendo la entrada de más compañías petroleras en su territorio (parece ser que esta organización recibe financiación de la familia Rockefeller, que casualmente se dedica también al petróleo). Por lo mismo en 1980 fueron expulsados del país, el Presidente en la época era Jaime Roldós, cuya muerte en accidente de avioneta aun no ha sido esclarecida.

Esta transformación cultural, vivir como el hombre blanco y evangelizarse, supuso la división interna del pueblo Waorani, y una parte de ellos, siguiendo al líder Taga, decidieron adentrarse en la selva y continuar viviendo como siempre lo habían hecho. Son los Tagaeri. Se estima que inicialmente eran unos 30 y que su extinción en los próximos años es probable, pues no han dejado de ser hostigados por los Waorani (probablemente subvencionados por las petroleras), las propias compañías, y por sus encontronazos con los Taromenane, otro pueblo indígena en aislamiento voluntario, y que comparte problemas de supervivencia como sus eventuales adversarios. Para evitar más muertes el Gobierno ha declarado la zona donde supuestamente viven como “Zona Intangible”, sin embargo parece que los límites se reducen progresivamente según avanzan los pozos petroleros.

Por otro lado, los Waorani tampoco han estado exentos de acoso, manipulación y derribo por su propio estado con sus consecutivos gobiernos. Todo debido también al valioso hidrocarburo.  En este caso también obtienen algunos beneficios (comparables al de la salvación de sus almas), que son regalías en forma de placas solares, escuelas, cervezas, cocinas industriales u otras necesidades vitales.

El turismo, como siempre, es otro factor de condicionamiento, pues ahora que necesitan plata para mantener sus nuevas necesidades (comprar las chuches de la tienda, vestirse, viajar a la capital, poner gasolina a la canoa, comprar cerveza… ) el turismo aparenta ser la forma menos agresiva de hacerlo, incluso puede ayudar a dar a conocer su cultura. Otros muchos optan por trabajar para las petroleras, o simplemente cortar los pasos en las vías que comunican los pozos y a modo de peaje reclamar sus botellas de coca-cola.

Dos Wao (= gente) y cuatro "cowode" (= los no gente)

Al final, este viaje me ha hecho pensar en cosas muy esenciales, pero lo que más me impresiona, es que por unos motivos u otros, a este pueblo se le está haciendo vivir en menos de 50 años el cambio que nuestras sociedades vivieron en siglos, y sin embargo aparentemente se han adaptado a “nuestra selva” como si de su ömë se tratase. Esa capacidad de adaptación permite que el mismo tipo que tras correr dos horas tras una manada de pecarís, tropezó y se clavó una rama en la pierna teniendo que ser evacuado en avión para salvar su vida, se conecta conmigo por facebook vía internet satelital para posteriormente provocar a los monos chorongo imitando sus sonidos. O que el líder de una comunidad, que se ha visto reducida a su familia nuclear por “problemas internos”, se salvó hace menos de dos meses de una mordedura de serpiente porque la misma mordió previamente a su perro descargando casi todo su veneno. Salvó la vida después de abandonar su lanza y el pecarí que acababa de cazar, y flotar dos horas sobre un tronco río abajo para llegar a su casa. Esas dos marquitas de los colmillos atestiguan la hazaña, y por supuesto no le impiden manejar con increíble destreza las canoas a motor que transitan el río Shiripuno.


¿Qué será del pueblo Waorani de aquí a unos años?

Para que nos os lo perdáis, aquí os dejo un enlace de "Radio Waorani FM", seguro que entre bachata y bahata suena alguna canción Wao.

No hay comentarios:

Publicar un comentario