miércoles, 29 de enero de 2014

Ecuador XXXIX. Reflexiones del compañero David.


He tomado prestado el título del diario Granma y de las reflexiones que en él realiza el Comandante Fidel, sin ánimo en ningún caso de imitarle sino más bien como homenaje.
Lugar de reflexión....
Desde el momento en que pones el pie en un país diferente al tuyo, no paras de hacer comparaciones, de intentar ver las semejanzas, de preguntarte los porqués, de analizar el nuevo entorno y reflexionar acerca del mismo, todo con el objetivo fundamental de aprender y sobretodo de crecer. Estos análisis se van modificando con el tiempo ya que el conocimiento de la nueva sociedad cada vez va siendo mayor. Las ideas que expresas están condicionadas por lo vivido hasta dicho momento y a las circunstancias que te han rodeado. Pero como no vamos a esperar unos cuantos años para realizar una tesis, simplemente escribamos sobre algunas sensaciones.

Con anterioridad a nuestra llegada, el Ecuador aparecía en mi imaginario de manera muy positiva,  todo lo contrario que la “marca España” la cual se deterioraba por momentos. En realidad nunca tuve demasiado aprecio por esas seis letras (ESPAÑA), quizá porque nos fueron arrebatadas durante toda nuestra historia. Pero a día de hoy, fecha que coincide con la marcha atrás del gobierno títere de la Comunidad de Madrid en materia sanitaria, ambos sentimientos se continúan agudizando. El sólo hecho de pensar en tales letras me produce malestar y aún más cuando las compartimos entre algunxs de los que de allí fuimos expulsadxs. A su vez el Ecuador se agranda un poco más.

El país andino nos acogió desde un principio con mucho cariño y con mucha satisfacción por saber que unos profesionales vinieran a trabajar aquí, aunque esto no quiere decir que todo haya sido sencillo ya que aún compartiendo el mismo idioma, muchas veces no fue fácil el entendimiento y sobretodo comprender la idiosincrasia propia del país, algo que no es tarea de un día para otro.

Te das cuenta  de lo que significa en algunos aspectos emigrar; tener la necesidad de encontrar alguien que entienda tus códigos, que entienda tu manera de pensar (y no me refiero ideológicamente). Encuentras lógico y necesario ese lugar común del emigrante, aquello que en nuestro país se llamó “es que no quieren integrarse”, y es que la palabra extranjero es muy pesada y alargada, a pesar de que en nuestro caso lo somos de manera privilegiada.

Hemos venido a un país que por mucho tiempo fue borrado del globo, que apenas pensábamos era una línea imaginaria, y que sólo empezó a ser conocido por nosotrxs gracias a esa emigración masiva que iniciaran a partir de la crisis de la década pasada. Las malas prácticas bancarias, las recetas del FMI y las actuaciones de gobiernos títeres y rendidos a intereses de minorías poderosas, les impulsaron a eso (nos suena). Y este país que ahora nos recibió con los brazos abiertos,  intenta salir de esa “larga noche neoliberal” como dice el presidente, y con ello nos está enseñando mucho. Lo primero que nos muestra es, como se pueden mejorar las condiciones de una población que vivía en unos niveles muy lejanos de los estándares de bienestar europeos, tanto en materia laboral, como educativa, sanitaria y social en general  y una segunda es, cómo en la vieja Europa se pueden estar perdiendo tantos derechos adquiridos tras muchos años de luchas obreras, y que al llegar aquí te das cuenta del avance que ellas representaron.

Estamos en un país en pleno cambio de valores, en crecimiento, con ganas de reivindicarse, con sus errores también, pero en construcción, en avance,  con confianza en su juventud y en su formación. Ubicado en un lugar privilegiado del planeta, diverso en culturas y ecosistemas.

Y mientras termino de escribir estas palabras, miro por la ventana y veo entre nubes el magnífico cráter del Imbabura y la eterna primavera que nos azota, en el mismo instante que la web me muestra los 4ºC de Madrid y su cielo gris plomizo.
...y serenidad infinita.




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