¡Por fin llegó el día y por fin llegó el día de después!
Antonio, Emma y yo cogemos un avión que nos lleva a Cuenca, ciudad declarada Patrimonio Mundial por la Unesco. Sólo el vuelo ya merece la pena, ¡qué bonito y emocionante! Tenemos la suerte de pillar todo despejadito y conseguimos ver El Cotopaxi, El Cayambe y algún que otro volcán más que no reconocemos...se nos ponen los pelos de punta y a mi se me salta alguna lagrimita de la emoción.
Visitamos el Museo del Banco Central Pumapungo, precioso y muy interesante y hacemos una excursión que merece muchísimo la pena al Parque Nacional Cajas donde, en primer lugar, damos un paseíto alrededor de la Laguna LLaviuco y su bosque nuboso; y luego subimos a 4100 metros y hacemos otro paseo por el páramo hasta llegar a un bosque de Polylepis de cuento.
II
Etapa:
Llegamos
a Ibarra. Parece que esta semana va a ser tranquila pero hacemos muchísimas
cosas. Ibarra es una ciudad amable, llena de placitas y parques. Pero lo que
llama más la atención son sus alrededores. Un día despejado se pueden ver a la
perfección los volcanes Imbabura, Cubilche, Cotacachi y Cayambe, todo un
espectáculo.
Subimos a La Esperanza a ver a la doctorita y conocer su subcentro de salud, qué lugar más bonito ha elegido para trabajar...así da gusto! ¡Y cómo la quieren sus pacientes! Claro, que no me extraña. Otro día nos invitan Olga y su hijo Ati a comer. La casa está en un lugar privilegiado y ellos son encantadores.
Hacemos una marchita de casi cuatro horas entre el Cubilche y el Imbabura para llegar a Otavalo, un pueblecito conocido por su mercado de artesanía.
Todo esto siempre con la compañía de David, que se ha portado como un verdadero guia, inmejorable.
Nos encontramos con Marta y Guille en Quito para comenzar una ruta circular bastante variadita. Subimos al Pichincha en teleférico, casi 4100 metros, pero esta vez no tenemos suerte y no podemos disfrutar de las vistas que se tienen desde arriba por haber bastantes nubes.
Primero vamos al Parque Nacional Cotopaxi. Llegamos por la noche a un lugar maravilloso donde nos está esperando una gran sorpresa a la luz de la luna llena: el pico nevadito del volcán Cotopaxi y sus vecinos Rumiñahui, Corazón, Pasochoa y Sincholagua. Al día siguiente el Cotopaxi se ve así:
De allí nos vamos a Baños, emplazada en la falda del volcán Tungurahua que erupcionó unos días antes. Es emocionante, pero no conseguimos ver las candelas por la noche.
La siguiente parada es en Misahuallí, toda una novedad para nosotros que no hemos estado nunca en la selva. Hacemos noche en Sinchi Warmi, una cooperativa de mujeres, y por la mañana penetramos en la selva. Vemos un montón de plantas y árboles que no había visto en mi vida, como la palmera que anda, el cola de mono, la vainilla...y probamos el cacao recién cortadito.
Es increíble cómo de la selva pasamos, en poco más de dos horas, a una altura de 3300 metros. Estos son los contrastes de este país que no nos ha dejado indiferentes.
Y llegó el final de este viaje tan esperado...entre lágrimas y abrazos nos despedimos en el aeropuerto de Quito.
¡Os
quiero mucho!
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