martes, 19 de agosto de 2014

Colombia I. Bogotá: La Berlín de los Andes


Por fin arribamos a la Gran Colombia, todo el mundo nos había hablado muy bien de sus paisajes y sobretodo de su gente. Sin embargo por el momento no podemos decir mucho, hemos tenido apenas una escala de tres días en su capital, eso sí han sido suficientes para saber que volveremos.

L'América cosmopolita

Nada más llegar lo primero que te resulta familiar es ese acento que en la televisión europea suele tener cabida sólo para narcos o delincuentes, un estereotipo absurdo más, de nuestro occidente de delincuentes de guante blanco. Y detrás de esta acogida familiar, está Bogotá. A pesar de sus 2600 metros de altura, casi como Quito, es menos verde y montañosa que este y quizá salvo en la altura en pocas cosas más se asemejen.

Al poner los pies en la calle sientes que por fin te encuentras en una gran ciudad, atrás queda la sensación de vivir en un pueblo que tienes en cualquier lugar del Ecuador. Las calles y avenidas son aglomeraciones de gente que viene y va, en ellas el indígena apenas tiene presencia y si una ciudadanía muy cosmopolita y con aire europeo, aunque orgullosamente latinoamericana.

Nos alojamos en el barrio de La Candelaria, barrio céntrico de casitas bajas y calles estrechas y empedradas que terminan en la ladera del Monserrate, monte de unos 3100 msnm desde donde se pueden divisar los confines de la ciudad. El barrio tiene atractivo por su magnífica ubicación (Plaza Bolívar, Museo Botero, Biblioteca Gabriel García Márquez…), por su fisonomía y por lo que ofrece. Está lleno de pequeñas salas de teatro, bares, restaurantes, lugares de encuentro, vida alternativa, y aun así conserva un aire propio no pareciendo en ningún momento un barrio turístico y sin alma. Por momentos podrías sentirte como en Lavapiés.
La ciudad está llena de vida, se respira cultura en sus calles, no tiene pared sin grafiti, no tiene muro sin voz, hay música, pero sobretodo hay juventud. Una juventud que está llamada a revertir esas enormes diferencias sociales que también hemos percibido, mucho más que en el Ecuador. La investidura del Presidente Santos durante nuestra estancia no es un buen augurio.

Apenas han sido tres días pero los hemos disfrutado muchísimo, teatro, cine, exposiciones callejeras, planetario y ganas de descubrir un país que también tiene, Amazonía, más de diez cinco-miles, valles cafeteros, costa pacífica y caribeña y mucha historia latinoamericana.

Aunque nunca estuve en Berlín, todo el mundo me habló maravillas de la ciudad y de su ambiente cultural, en mi imaginario debe parecerse mucho a BOGOTÁ.
Bogotá en las alturas

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