L'América cosmopolita |
Nada más llegar lo primero que te resulta familiar es ese
acento que en la televisión europea suele tener cabida sólo para narcos o
delincuentes, un estereotipo absurdo más, de nuestro occidente de delincuentes
de guante blanco. Y detrás de esta acogida familiar, está Bogotá. A pesar de
sus 2600 metros de altura, casi como Quito, es menos verde y montañosa que este
y quizá salvo en la altura en pocas cosas más se asemejen.
Al poner los pies en la calle sientes que por fin te encuentras
en una gran ciudad, atrás queda la sensación de vivir en un pueblo que tienes
en cualquier lugar del Ecuador. Las calles y avenidas son aglomeraciones de
gente que viene y va, en ellas el indígena apenas tiene presencia y si una
ciudadanía muy cosmopolita y con aire europeo, aunque orgullosamente
latinoamericana.
Nos alojamos en el barrio de La Candelaria, barrio
céntrico de casitas bajas y calles estrechas y empedradas que terminan en la
ladera del Monserrate, monte de unos 3100 msnm desde donde se pueden divisar
los confines de la ciudad. El barrio tiene atractivo por su magnífica ubicación
(Plaza Bolívar, Museo Botero, Biblioteca Gabriel García Márquez…), por su
fisonomía y por lo que ofrece. Está lleno de pequeñas salas de teatro, bares,
restaurantes, lugares de encuentro, vida alternativa, y aun así conserva un
aire propio no pareciendo en ningún momento un barrio turístico y sin alma. Por
momentos podrías sentirte como en Lavapiés.
La ciudad está llena de vida, se respira cultura en sus
calles, no tiene pared sin grafiti, no tiene muro sin voz, hay música, pero sobretodo
hay juventud. Una juventud que está llamada a revertir esas enormes diferencias
sociales que también hemos percibido, mucho más que en el Ecuador. La investidura
del Presidente Santos durante nuestra estancia no es un buen augurio.
Apenas han sido tres días pero los hemos disfrutado muchísimo,
teatro, cine, exposiciones callejeras, planetario y ganas de descubrir un país
que también tiene, Amazonía, más de diez cinco-miles, valles cafeteros, costa
pacífica y caribeña y mucha historia latinoamericana.
Aunque nunca estuve en Berlín, todo el mundo me habló maravillas
de la ciudad y de su ambiente cultural, en mi imaginario debe parecerse mucho a
BOGOTÁ.
Bogotá en las alturas |
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