Acompañadxs por Cesilia pudimos descubrir templos, pirámides
y palacios envueltos en una exuberante selva o bosque tropical. Era muy bonito tratar de imaginar la vida en esa gran urbe hace siglos. Todo el tiempo
nos acompañaba el sonido de monos aulladores, las piruetas de los monos araña,
la ilusión de ver tucanes y la presencia de otros animales exóticos como el ocelote
o los incansables mosquitos. Lo de los tucanes se cumplió gracias a Guille, por su truco y por su vista de pájaro...
El conjunto arqueológico de Yaxhá resulta más modesto en
cuanto a la cantidad de edificios descubiertos (la mayoría siguen cubiertos por
tierra y vegetación, como si fuesen simples montecitos en medio de la selva),
sin embargo es un lugar con una ubicación increíble en la orilla de un lago y además
es, con diferencia, menos visitado, así que la puesta de sol en lo alto de una
de sus pirámides fue uno de los momentos del viaje que perdurarán en el
recuerdo.
La arquitectura Maya es increíble, igualita al ladrillo y
pladur actual. En cualquier caso todos los edificios que vimos pertenecían a
las clases poderosas. De los lugres donde vivían las clases bajas no quedan
restos, debían construir todo con materiales “biodegradables” afortunadamente
para la naturaleza, y desafortunadamente para nosotrxs, que no podemos descubrir
si sus barrios se parecían a los de ahora. Me pregunto qué aspecto tendrá
dentro de unos siglos la zona que ahora ocupa el Monte Sinaí de Guayaquil, los
slums de la India o la zona 18 de Ciudad de Guatemala. ¿Cómo interpretarán los
futuros la uralita? ¿Y las lonas de plástico azul? ¿Medirán el desarrollo de
nuestra civilización por las letrinas fosilizadas que encuentren?
De las culturas “ancestrales” a veces lo que perdura es
la esencia, porque algunos pueblos fueron arrancadas de su tierra para ser
utilizados como esclavos en otras partes del mundo. Algo así ocurre con lxs Garífunas
un grupo étnico resultado de la mezcla de esclavxs de la zona que hoy día es Nigeria,
con los indígenas Caribes y Arahuacos allá por el siglo XVII. Al igual que en
el caso de los afroecuatorianos, en este caso también fue un naufragio lo que
permitió esta fusión y evitó que finalmente fueran esclavizadxs.
Actualmente lxs Garífunas habitan en varios países de
Centroamérica, en Guate se concentran en Livingston, en la costa Caribeña (lo
poco que le quedó a Guatemala de esta tras perder Belice).
Antes de meternos de lleno en el mundo Garífuna hicimos
noche en Río dulce, con una tormenta como de fin del mundo, al día siguiente,
cuando llegó la calma, nos subimos a una lancha y seguimos el cauce el río
hasta su desembocadura, disfrutando por el camino de las casas flotantes, la
exhibición de lxs timidxs manatíes y un baño en aguas termales en plena orilla
del río.
La esencia de la Cultura Garífuna se nota en las personas por su ritmo lento dominado por
el calor, su contoneo al caminar y su alegría, decorada muchas veces con un
toque de dejadez. Y la influencia del Caribe, con la gastronomía enriquecida
con coco (¡viva el tapado!) y esas bestiales tormentas veraniegas (cuyos
resplandores y ruidos ensordecedores trasportaron David a Gaza ayudado por los pies que
hablaban)
El famoso y delicioso Tapado Garífuna |
A una hora a pie de Livingston (15 minutos en lancha) se
encuentra siete altares, un río que fluye por una escalera de roca de tamaño
gigante formando 7 cascadas y pozas, dando el aspecto de altares. El
resbaladizo y en ocasiones peligroso paseo tuvo su recompensa con el baño en la
última de las piscinas naturales. Rematamos el día con un coco-loco en la Playa
Blanca.
¡Qué ricas las mezclas de culturas!
¡Qué ricas las mezclas de colores de piel, tamaños,
lenguas, ritmos…!
¡Qué ricas las mezclas de sabores e ingredientes!
¡Qué rico viajar y conocer!
Y qué rico con tan linda compañía…
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