jueves, 26 de noviembre de 2015

Perú XI. Postales del Perú

Recién nos despedíamos del Perú cuando nos dimos cuenta que faltaban por enviar algunas postales…


El gran Río Amazonas domina la imagen, Débora tiene poco más de un año y acaba de aprender a subir y bajar escaleras, a decir hola y lanzar besos volados; así pasa los tres días que dura el trayecto en barco, bajo la atenta mirada de su papá, que con la espalda doblada repite todo lo que ella hace, excepto lanzar los besos volados.

Es lunes, una combi sube desde Tarapoto hacia Chachapoyas, de fondo la música local acompaña – o invade – el viaje. “Quien limpia la casa, es la mujer…quien pela la yuca es la mujer…” Un viaje muy placentero.

En otro viaje, 48 hora después, un fotógrafo especializado en conjuntos arqueológicos charla con la azafata que reparte la cena en el segundo piso del bus cama. ¿Sabrá fotografiar perros?
En Trujillo, cada monumento arqueológico está custodiado, o decorado, por una perra peruana, raza autóctona y orgullo nacional.


Estamos en la cordillera negra, casi sin aliento por la pendiente y la altitud a la que nos encontramos, le preguntamos a un señor si falta poco para llegar a la laguna de Wilcacocha. El señor responde molesto “La laguna, la laguna, qué tendrá, todo el día molestando con la laguna”, entre perpleja y avergonzada le pido disculpas y el sigue: “qué carajos disculpas, mejor cojan la laguna y llévenla a su país”. Aun así, llegamos a la misma, y la dejamos quietica en su sitio, pues estaba muy linda.

Exactamente 3 días, 2 horas y cuatro minutos después, en Lima se rueda un episodio de la telenovela de moda en el barrio de Magdalena del mar, una pareja, con la barriga llena de cebiche y chupe de pescado, curiosea la zona.


Un día después, el señor de los milagros recorre el centro de Lima, paseando entre casinos y KFC…

Varias mamacitas llegan hasta el lugar donde hubo un crematorio de las fuerzas armadas en la época de la violencia, allí recuerdan a sus muertos el día de difuntos, siguen sin saber dónde están sus cuerpos.



Es sábado, una niña espera nerviosa su turno para participar en el concurso de Canción Ayacuchana. Hace horas que comenzó el evento y ella, orgullosamente ataviada con el traje típico de su región nos canta una bella canción en quechua. ¿será la ganadora?

Hay un hostal en Andahuaylas que tiene las habitaciones más limpias de toda la ciudad, José trabaja 14 horas al día por 30 soles (unos 8 euros), pasa la aspiradora, limpia baños y tiende toallas. Cuando su jefa considera que es necesario también atiende el restaurante chifa que lxs propietarixs del hotel tiene a una cuadra y media de distancia. “Así toca, pues” dice al final del día, cuando nos cuenta su rutina.
 



Cada tarde, en la orilla de la laguna de Pacucha, a eso de las 15:00, una señora se arma de rama y piedritas para impedir que los niños, a la salida del cole, atraviesen en bicicleta el jardín municipal que con tanto esmero cuida. Las niñas formales, caminan por la vereda.
 


En Cusco un perro rasta recorre diariamente las calles sorteando turistas, al atardecer se da un banquete en los montones de bolsas de basura que se acumulan en algunas esquinas y por la noche ladra, durante horas, por cualquier motivo, haciendo que el huésped de la habitación número 3 le lance las piedritas que, después de una primera noche de insomnio, ha recogido previsoramente en la calle.

Horas antes del lanzamiento de piedras, la mazamorrera del barrio de San Blas se despierta ante una voz que le pide una porción de mazamorra. Benditas las siestas que se echa entre venta y venta al fresco de la noche Cusqueña.

El 5 de noviembre ocurrió un fenómeno extraño, el mundo se tiñó de violeta, el cielo, los ríos, el blanco de los ojos e incluso las alpacas fueron violetas durante 24 horas…


En Pisac me enamoré de las piedras, las terrazas de cultivo y el arco iris. Nunca dejarán de sorprenderme los lugares que elegían para construir y la calidad de las construcciones. Sin duda, como escuche decir a un guía en otro conjunto arqueológico, eso tuvo que ser el resultado de la explotación del hombre y la mujer, por el hombre.

 


Dos personas caminan por la vía del tren desde “la hidroeléctrica” hasta aguas calientes, sin aun saberlo están rodeando el Machu Picchu por abajo. La emoción al descubrirlo al día siguiente, estando ya en la maravilla del mundo, superará la sensación de hormiguitas o borreguitos en el tan deseado lugar.

Y es en ese mismo lugar, bajo una cabañita, a salvo de la lluvia, una alegre turista japonesa le dice a su guía que al día siguiente viajarán al lago Tica-Tica. Debe ser normal mezclar las silabas cuando recorres 5 países en 20 días y es un idioma tan distinto al tuyo.



En las aguas termales de Santa Teresa, un niño de 7 años, muy extrovertido, conversa con cualquiera que se acerque a él y entienda el español, así después de contarte que es la primera o segunda vez que visita las termas (no lo recuerda bien) te dice que su papá se fue de casa, y ahora vive en otra cuadra. Está aprendiendo a bucear.

En Santa María una “seño” espera en la terminal una combi para viajar al Cusco, cuando por fin la encuentra, dirige a la misma hasta su casa para recoger el equipaje. El chofer, complaciente y con una sonrisa le pregunta cada dos cuadras ¿por aquí mamita? Así, todxs lxs viajantes conocen hasta el último rincón del pueblito.

El juego del agua
En Ollantaytambo, un chileno de hablar cantarín nos acompaña en un lindo paseo, lejos de los cientos de turistas que la ciudad engulle cada mañana y vomita cada tarde para que regresen al Cusco.

Precisamente en Cusco, en medio de la vorágine turística, hay quien lleva otro ritmo, un muchacho estadounidense-coreano se toma su tiempo. Lleva 5 años recorriendo Sudamérica y ahora tiene un objetivo, quiere encontrar un buen chaman, para que le haga un ritual de ayahuasca a su hermano que, enfermo de leucemia desde hace años y con un trasplante de corazón, siente que los fármacos lo están rematando.

Un bus recorre el altiplano peruano rumbo a Puno, como es la gama económica no corresponde ver película, así que, durante horas, un audio de chistes ambienta el camino. David se ríe con el de esa mujer, que es tan chola, tan chola (indígena andina), que su computadora en lugar de tener mouse, tiene un cuy!!

Como el viaje es largo también hay oportunidad para los venderles ambulantes, en este caso la promoción es una crema de baba de caracol. El vendedor comenta que ellos, los hombres, tiene un pensamiento machista, pero que a ellos también se les daña la piel, y como estamos en una era moderna, se tienen que empezar a cuidar. Si aun así no se animan (insiste), tal vez puedan comprar una para su hijita o su mujercita…arriba el marketing!

Por si no teníamos suficiente, en la llegada a Puno nos dan dos tazas, pues es Movistar quien te da la bienvenida a la ciudad con una especie de meta volante colorida en mitad de las casas de ladrillo. Esto por supuesto después de llevar medio altiplano patrocinando kilómetros.

Sharon tiene nos doce años, hace cuatro descubrió el violín y la música gracias al proyecto “Sinfonía para el Perú”. Hoy es solista en un concierto en el Centro de Arte. Suena hermoso, y a su familia se le distingue fácilmente, el orgullo y la emoción hacen que flote 6 centímetros por encima del suelo.

Minutos después se activa el simulacro de sismo a nivel nacional, todo un despliegue de medios que la muchedumbre, concentrada en la plaza de armas, admira e inmortaliza en sus celulares última tecnología.

En la isla de Amantani, en mitad del lago Titicaca (Tica-Tica en japonés), a Ana María, una mujer indígena que mide cerca de un metro y medio, sus ojos que son por naturaleza chiquititos, se le hacen grandes al reconocerse en una foto que hace más de tres años se tomó con David, Edu y Carmen.


Al fondo se mece tranquilo el Titicaca, en segundo plano se imponen picos nevados. Mientras leo un libro acostada en un jardín, un pollo me picotea la espalda tratado de atrapar un mosquito.




Cada día a las 5 de la mañana, con los primeros rayos de sol, Beatriz se despierta para "recibir" el agua, pues solo hay agua corriente durante unas horas en esta época seca. La coloca en barreños repartidos por el patio, y cuando el sol está alto y el agua ya está "caliente", cierra el portón de entrada y ella y Osvaldo se frotan mutuamente la espalda y se dan un "baño de sol".

Conversamos con ellxs cuando los últimos rayos de sol iluminan su campo de papas y su jardín, intento que me digan qué echan de menos o qué anhelan, teniendo en cuenta la vida austera a la que te obliga este lugar, no obtengo más respuesta que el que sus hijas estén cerca.


 




Perú X. Chao Perú, ¡y que viva la Chicha, huevón!

Perú, ¡¡qué gran país, y que sonoro, caray!!

No sé si tiene que ver con que de alguna manera vamos siguiendo los pasos del Ché a la inversa, o que acá se habla el Quechua, pero este país suena a “Che” todo el rato. También hay mucho hua (o wa) y hue (o we)….

Todo empezó en el Río Huallaga con un carguero a punto de arribar a Yurimaguas, la gente empezaba a asesorarnos sobre cómo llegar a “Chacha”. Chacha por aquí, chacha por allá, y así llegamos a Chachapoyas donde hice un gran descubrimiento, la chica morada, ¡qué delicia! No podía ser de otra manera viniendo del choclo, pero de un choclo especial, del color del chocolate.


Empezando por los choclos de cualquier tipo, la gastronomía peruana es deliciosa además de sonora. La comida de Chiclayo es una sabrosura, así sea un chupe de pescado, un ceviche o un chicharrón, como los que comimos en la playa de Huanchaco. Podríamos combinarlo con una leche de tigre para beber (caldo de ceviche + cerveza). Otras delicias culinarias son las papas a la Huancaina, los choritos a la chalaca, los famosos anticuchos, el cuy chactado o la sopa de chairo. Del chancho todo es rico, la chuleta, el chorizo, o la pachamanca de tres carnes. Lo que no pude comprobar es cómo preparan los peces de Chimbote.
 

Chupe para chuparse los dedos

 
 
 
 
 
 
 
 
 
En la sierra es tradicional beber champús además de la deliciosa chicha, y comer choclos y chochos cocidos como acompañamiento de una buena trucha. Hay un tipo de papa muy especial, que se deshidrata por congelación, en las zonas altas del páramo, se llama chuño y tiene un sabor muy curioso.

También son cereales serranos la famosa quinua, la kiwicha y la cañihua. Con otro cereal más castizo, el trigo, se prepara el toctoche que a David le encantan para desayunar. Otro de sus sabores favoritos es el de la hierba huacatay, que se usa para sazonar el guiso masaquitos.
Snacks de maíz, trigo y kiwicha

Si te apetece algo más internacional, no hay ciudad o pueblo de Perú que no tenga un chifa (restaurante chino) donde el arroz chaufa es la especialidad indiscutible.

Dejando la comida a un lado, en Lima conocimos la campaña “Chapa tu choro” que consiste en atrapar a delincuentes, por la propia ciudadanía. Es que chapa significa atrapar en quechua. En el kichwa ecuatoriano llamaban “chapas” a los vigilantes y policías. Para los “choros” el robo es su chamba, y es que acá la gente no curra, chambea, que suena mucho más agradable…

Alejadxs de la capital, respiramos aire fresco, aunque con poco oxígeno en la Codillera blanca, felizmente liderada por el enorme Huascarán, a escasos kilómetros de Huaraz, un lugar en el que perderse una temporadita.

Siguiendo la cordillera andina hacia el sur llegamos a Ayacucho donde la historia de sendero luminoso y el terrorismo de estado nos conmovió, la historia comenzó en Chuschi y, a partir de ahí la violencia aumentó y aumentó… Por suerte, un poco más al sur, cerca de Andahuaylas, nos repusimos de tanto dolor en la maravillosa laguna de Pacucha, otro lugar donde perderse una temporada.
Warmi de Chinchero tejiendo cinturones en Cusco

Y no podría dejar de mencionar esos sitios arqueológicos donde el silencio es un hecho cada noche, pero que suenan chachi al nombrarlos, me fascinó el Chan Chan de los Chimús, las Huacas del Sol y la Luna de los Moches y Chavín de Huantar. Y qué decir de los emblemas del Tawantinsuyo, ese gran imperio que Huayna Capac, heredero de Pachacutec, dejó dividido entre sus dos hijos, Huascar y Atahualpa, y que desapareció ante la invasión española que se valió de las diferencias entre ambos hermanos para la “conquista”. Fue imposible subir al Wuayna Picchu, cayó llovizna en Tambomachay, y en Machu Picchu nos cayó un chaparrón memorable que hizo que la visión posterior de la ciudad perdida de los Incas, envuelta en neblina, tuviese un aspecto aún más mágico. En Ollantaytambo nos alojamos en Chaska wasi, la casa de las estrellas, y es cierto que en noches sin luna el cielo se te cae encima.


En Amantaní, un reducto de paz en mitad del lago Titicaca, las warmis (mujeres en quechua), cholitas (indígenas andinas), tejen chullos (gorros) de alpaca sin descanso con un movimiento de manos que hipnotiza. Si a esto le sumamos el efecto místico de subir a los templos de la Pacha Mama y Pacha Tata pasando por la comunidad de Colquecachi, las ganas de quedarte allá serán inmensas.

Beatriz tejiendo un chullo
 
Pacha Tata desde la Pacha Mama 

Nos quedamos sin conocer los restos de la cultura Wari, Chimbote, Huánuco, Huancayo, Huancavelica, Huacachina y quien sabe cuántas “ches” y “huas” más, pero es que es imposible verlo y escucharlo todo.

Y así, a ritmo de chá chá chá, nos vamos despidiendo del Perú, huevón!!

Por cierto, Chicuelina disfrutó mucho…


miércoles, 18 de noviembre de 2015

Perú IX. El Imperio.

Ya escribió sobre éste Kapuscinski, pero él se encontraba en la estepa soviética y yo me encuentro en Ollantaytambo, un pequeño pueblo situado en el valle sagrado de los incas.

El valle comienza en las cercanías de la ciudad capital del imperio inca, el Cusco, y termina en las verdes paredes montañosas que encierran el lugar más sagrado y más bello que nos dejaron, el Machu Picchu.

La belleza del Cusco es incuestionable, aunque los restos incaicos en la propia ciudad son escasos debido a la intervención hispana. En la actualidad lucha por mantener una esencia que le disputan las hordas de turistas que lo visitan y que portan su cámara fotográfica y su nueva chompa de alpaca por todos los rincones del centro histórico.
Imagen del Qosqo
 
 
Lo mismo ocurre con Machu Picchu, pero, aunque es abordado los 365 días del año por masas ingentes de visitantes, continúa siendo un lugar con un halo de magia, ubicado en un lugar casi imposible y con una belleza sencilla pero sobrecogedora.
 
Enigmático
Y Ollantaytambo se encuentra entre ambos lugares, con sus apenas 2000 habitantes es el sitio que más ha conservado la arquitectura inca en la propia población. Se sitúa en el valle del rio Urubamba y se encuentra acorralada por enormes montañas pedregosas y nevados andinos que sólo dejan espacios para los cultivos de maíz. Mantiene sus hermosas calles de piedra por donde aún transitan los canales de agua que diseñaron los incas para poder abastecer casas y campos. Muchas de las viviendas mantienen los cimientos incaicos, donde observas y te deleitas con sus rompecabezas de piedras. Pensar cómo aquellas gentes eran capaces de moldear la piedra de esta manera, de construir este tetris de granito y de cómo era el transporte sin el uso de la rueda es sorprendente y es más aún cuando ya usaban su conocimiento antisísmico para construir puertas y ventanas de forma trapezoidal.

 
 
 
 
 
 
El momento en el que cae el sol y comienzan a encenderse los faroles amarillentos en sus calles estrechas y vacías te envuelve y te teletransporta siglos atrás, haciéndote pensar una y otra vez como sería el mundo si el afán imperialista no hubiera sido el motor de nuestras sociedades.         

 
Qué sería de esta hermosa tierra sudamericana sin ese afán conquistador, sometedor, aniquilador de la sociedad europea y ese afán expansionista de la iglesia católica. Pero no lo dejo ahí, qué sería de esta tierra andina si no hubiera sido sometida al imperio inca. Aquí se preguntan cómo pudieron unos cuantos españoles acabar en tan poco tiempo con un imperio incaico tan poderoso, y la repuesta está en su propia actitud imperial y de sometimiento a civilizaciones que más tarde les dieron la espalda y, aunque con engaños, acabaron ayudando al vándalo Pizarro. El propio incariato, con su división en las manos de Huascar y Atahualpa a la muerte de su padre Huayna Cápac, fue escribiendo su defunción debido al afán de poder de éstos.

Ciertamente los incas fueron más respetuosos con las creencias y deidades de los pueblos a los que subyugaron que lo que serían los españoles, pero no dejaron de ser un imperio más. Lo que si causa cierta tristeza es ver como los auténticos herederos de aquel imperio que tanto enorgullece al Perú, son hoy y desde hace quinientos años los más marginados en la sociedad. Cómo sería un Perú gobernado por el indigenismo, con su apego y armonía con la Pacha mama, con su inocencia, con su trabajar duro, con su hospitalidad, con su sencillez y complejidad a la vez, en fin, con su cosmovisión.
 
Pero la realidad es que los imperios por unas razones u otras pasan. Ahora tenemos el actual que no ceja en su afán devastador y aniquilador de culturas y formas de vida diferentes, pero que caerá, quizá al igual que los incas por el odio que repartieron a lo largo y ancho del planeta.

Lo malo es que no nos dejaran estos bellos paseos por Ollanta o esa imagen del Machu Picchu y si quizá nos dejen un Sillicon Valley, un Pentágono o un McDonald’s en la calle 72.   
 


miércoles, 11 de noviembre de 2015

Perú VIII. Las mujeres de la Memoria

Es increíble la facilidad con la que el tiempo borra lo sucedido, más aún cuando no interesa recordar. También es sorprenderte lo fácil que resulta pasar por los lugares sin saber lo que se cuece o se ha cocido en ellos.

Pasar por Ayacucho me recordó un poco al viaje a Croacia, un país con una historia de violencia y guerra muy reciente en el que miles de turistas admirábamos su arquitectura y paisajes como si el conflicto nunca se hubiera dado en aquellas ciudades en las que, sin mucho esfuerzo, se podían observar paredes bombardeadas.

En Ayacucho no hubo una guerra “oficial”, pero como si lo hubiera sido. El miedo, el dolor y terror se apoderaron de la zona durante más de dos décadas. Paseando por sus calles no parece que haya restos de la barbarie de hace poco más de 10 años, aunque supongo que cientos de familias recordaran diariamente lo ocurrido, son los daños colaterales…

El interés por el olvido es tal que se han construido barrios en zonas donde se encuentran fosas comunes aun no estudiadas. En una de las zonas incluso han construido una cancha de futbol sobre unas fosas. ¡qué viva el ocio, el deporte de masas, el mercado y el olvido!

Afortunadamente un grupo de mujeres, de emocionante valentía, se alzaron en su día contra la injusticia, y como la justicia no se dio, ahora luchan contra el olvido, contra el Alzheimer social que borra de un plumazo la historia vergonzosa de los pueblos y Estados. Crearon ANFASEP (Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú), y así emprendieron el duro camino que les tocó recorrer.
Los rostros de la dignidad
Estas mujeres, esposas, madres, hermanas e hijas de víctimas “del conflicto” son un ejemplo de valentía, fuerza y perseverancia. Su esfuerzo no fue gratuito, pues muchas de ellas fueron torturadas, sufrieron maltrato, violaciones, humillación, amenazas y estigmatización como pago por su lucha. (El asunto de las esterilizaciones forzadas sigue siendo noticia casi semanal en la prensa Peruana de hoy día)

Uno de sus lemas iniciales era “¡vivos los llevaron, vivos los queremos de vuelta!”. Frase que tristemente se grita de nuevo en Méjico, por lo ocurrido en Ayotzinapa. La historia se repite. Una vez asumido que no iban a regresar vivos y vivas, exigían al menos “saber dónde están sus huesitos”. Ni esto se les concede.

La Comisión de la Verdad fue muy importante para visibilizar a las víctimas, sin embargo no se consiguió la Justicia esperada ni el compromiso por buscar los restos de las víctimas o proteger las zonas donde están las fosas y crematorios. El informe final de la Comisión estimó la cifra de muertxs y desaparecidxs entre 1980 y el año 2000 en más de 69000 personas.

Las mujeres de ANFASEP, los rostros del dolor, además de exigir justicia, se dedicaron a paliar los daños del conflicto asumiendo el cuidado y educación de cientxs de niñas y niños que quedaron huérfanxs. A aquella generación, que tiene mi edad o pocos años más, le fue arrebatado su pasado, su presente y su futuro (trataron de borrar su pasado, les negaron el presente y les condenaron aun futuro de lucha por recuperar su pasado y su dignidad).

En el 2004 crearon el Museo de la Memoria. En él hicimos un recorrido por esas dos décadas de horror, con historias con nombres y apellidos, la gran mayoría sin resolver, ¿dónde están los cuerpos? La visita es sobrecogedora, las ganas de llorar no ceden durante el recorrido…. Resulta imposible no empatizar con su sufrimiento y necesidad de justicia. Más cuando la violencia se ceba siempre con lxs mismxs, gente humilde, indígenas, mujeres, incluso niñxs (Los mismos que con sus principios morales religiosos se oponen al derecho de las mujeres de decidir sobre su maternidad, en mitad del conflicto se dedicaron a esterilizar de forma forzosa a centenares de mujeres o incluso a asesinarlas embarazadas, para evitar el nacimiento de “nuevos terroristas”)
Los dos rostros del terror

Terror Militar, Estatal
Terror Senderista

 
 
 
 
 
 
 
El museo irónicamente, o como invocando un futuro mejor en el que la historia no se repita, está en la prolongación de la Calle Libertad.

Aún tengo un nudo en la garganta y el corazón encogido…

 
 
Más info:
Museo de la Memoria, Ayacucho
ANFASEP
Espacios de Memoria del Perú
Comisión de la Verdad y la Reconciliación
Documentales: “Caminantes de la Memoria” “Estado del miedo”


domingo, 8 de noviembre de 2015

Perú VII. Las historias de la Historia.

Cuando viajas por los Andes peruanos te encuentras ante una continuidad infinita de montañas huesudas que parecen cubiertas por una de esas colchas de cuadros de diferentes colores y texturas tejidos entre sí. En este caso los colores no son muy variados, predominan las tonalidades marrones y verdes que ofrecen los terrenos de cultivo de cantidades innumerables de papas y cereales. Estos campos son capaces de cubrir las montañas en algunos casos hasta su cumbre, resultando inverosímil cómo estos pequeños hombres y mujeres kichwas son capaces de mantener el equilibrio en semejantes pendientes y a semejante altura. Los deseados árboles en general escasean y suelen estar delimitando terrenos, quebradas o prados. En ese caso el eucalipto y el pino son los más habituales dejando en segundo plano al autóctono polypepis o queñual como lo llaman aquí.

Pues en esa inmensidad de montañas y valles que nunca acaban y en uno de esos millones de lugares posibles, se encuentra la ciudad de Ayacucho. Lo llamo ciudad porque es la capital del departamento de ese mismo nombre y porque en habitantes superará los 150.000, pero su arquitectura y su palpitar te recuerdan a la vida de un pueblo. Tiene una hermosísima plaza colonial donde se disfruta del transcurrir pausado de la vida, es conocida por la enorme cantidad de iglesias y por ser la más famosa Semana Santa del Perú, sin embargo, es un lugar que merece posicionarse en la historia por otros acontecimientos ocurridos en él y que veremos cómo el tiempo los trató.
 
Plaza de Ayacucho
Siglo VII- Siglo XIII d.C.: En estas fechas y apenas a 15km del actual Ayacucho floreció una civilización andina, una de las dos consideradas como imperiales en el continente sudamericano, que fueron los Huaris (la otra evidentemente son los Incas). En este lugar se estima que se llegaron a albergar unas 70.000 personas y fue un imperio que llegó a cubrir la mayor parte de la sierra y costa peruana e incluso zonas de la selva. Los restos de esta civilización son explotados turísticamente, el ministerio invierte en su descubrimiento y mantenimiento, en la ciudad de Ayacucho existe un museo de historia y arqueología donde evidentemente los Huaris ocupan un lugar privilegiado e incluso el periódico oferta unos fascículos de civilizaciones antiguas del Perú donde ocupan la entrega número 8.

9 de diciembre de 1824: En las pampas de Ayacucho, exactamente a los pies del pueblito de Quinua y a escasos 20 km de la capital, se llevó a cabo la última batalla por la independencia de hispanoamérica. En ella las tropas realistas fueron derrotadas por Antonio José de Sucre y estas sellaron la capitulación definitiva. Este hecho es recordado mediante un importante monumento erigido en el lugar de la batalla y tanto en los museos como en los libros de historia del país “La batalla de Ayacucho” es recordada como un hecho histórico de liberación y por tanto de orgullo y festejo.
Palabras de Antonio José de Sucre en aquella fecha: “¡Soldados, de los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur, otro día de gloria va coronar vuestra admirable constancia!, Soldados ¡Viva el Libertador!”. La realidad es que la suerte en América del Sur siempre estuvo echada para los desposeídos, entonces, después de aquella fecha y aún hoy.


Orgullo latinoamericano
 













1980-2000: Durante estos años una cruenta guerra interna sacudió el Perú, pero tuvo como epicentro Ayacucho y sus valles próximos. El número de fallecidos se estima estuvieron alrededor de 70.000 en su mayoría campesinos, quechua hablantes y pobres. El inicio del conflicto partió de las condiciones socio económicas de aquellos mismos desposeídos de 200 años atrás, lo que provocó que un grupo llamado Sendero Luminoso de origen maoísta y seguido inicialmente de buena parte de esta población se levantara en armas para construir un orden nuevo. Los métodos de estos, sus conceptos de obediencia y pertenencia y en algunos casos su irracionalidad, causaron posteriormente estragos en estas poblaciones empobrecidas. Pero la locura más absoluta se inició a partir de la intervención del ejército en el conflicto. Desapariciones y asesinatos colectivos, hornos crematorios e impunidad absoluta fueron los aportes de unos militares que obedecían el mandato gubernamental de proteger a la población del terrorismo. Con el posterior gobierno de Fujimori que decretó la disolución del congreso y creó grupos de aniquilamiento procedentes del servicio de inteligencia, nadie en la sociedad estuvo a salvo; incluso ahora se siguen investigando las esterilizaciones forzosas que llevaron a cabo bajo la premisa de que los hijxs de campesinas seguro serían también terroristas.   
Al termino de este enfrentamiento se creó una Comisión de la Verdad y la Reconciliación que verdaderamente no ha conseguido grandes objetivos, ya que investigar y esclarecer los casos de desaparecidos, mostraría la realidad de las actividades de militares y gobierno en esas fechas. (No obstante, pensemos que nuestro país es casi el único que no ha sido capaz de hacer algo así después de nuestros 40 años de terror).

En Ayacucho visitamos un museo de la memoria (financiado y levantado por las propias víctimas del conflicto, en su mayoría hijos, hijas, madres y esposas de desaparecidos), que nos emocionó y recordó mucho al visitado en Ciudad de Guatemala. Esta historia del Perú no forma parte de sus museos y tampoco el país invierte en buscar unos cadáveres que yacen en los valles desde hace menos de 30 años mientras si invierte en descubrir unas piedras de los Huaris que tienen más de 700.

Fachada del museo
Hemos vivido una lección de historia, de la de los libros y de la que no está en ellos, y para digerirla me estoy comiendo unos antichuchos (corazones de res) en esta preciosa plaza ayacuchana con Sucre al frente, mientras recuerdo a aquellxs que como auténticos desposeídos no participaron en la independencia, que como auténticos desposeídos fueron olvidados en la época republicana (post-colonial) y que como auténticos desposeídos siguen luchando hoy en día por sobrevivir.
 
Típicamente peruano
 

jueves, 5 de noviembre de 2015

Perú VI. Lima limón y el gas lacrimógeno…


Si la entrada triunfal en Lima me había dejado un poco fría, los primeros minutos paseando me empezaron a cautivar.

Creo que las grandes capitales Sudamericanas tienen ese efecto en mí. Me fascinan, me sorprenden, me invaden…

Lima me parece una ciudad sin complejos, una gran metrópoli que se vio muy marcada por la colonia, pero que ha seguido haciéndose a si misma con pura esencia peruana, como si el centro del mundo estuviese aquí mismo. Es una mole de más de 8 millones de habitantes (hay quien dice que tiene más de 16, faltan datos recientes), con un tráfico horrendo y acorralada entre el mar y el desierto, y sin embargo, parece habitable y respirable, al menos la zona centro, pues la periferia, como vimos al llegar, debe ser otra cosa.

Y así descubrí que la capital del Perú es cosmopolita a su manera, que el consumismo es ley y que las diferencias entre unos barrios y otros son, a veces, abismales.

Lima, por otro lado es el lugar donde TODO puede ocurrir.
 
Me maravilló su Casa de la Literatura Peruana, y deseé que hubiera una así en Madrid, o cualquier rincón de España. (Supongo que no existe porque entonces sería vergonzoso ignorar el componente ideológico de la generación del 27…nuestros gobernantes crean la historia borrando lo que molesta).
Recorrimos toda la avenida Arequipa a pie el día en que se cierra al tráfico para ser ciclopaseo, el Domingo, sin importar cortar casi 10 km de vía principal para los carros. Primer mundo (Como Quito, Bogotá…)

Tuvimos nuestra primera experiencia con Gas lacrimógeno (manda huevos! después de tanta mani allí…). Íbamos a entrar al metro y nos cruzamos con tres niños, con los ojos rojos inundados de lágrimas que nos dijeron “no sigan por ahí, hay bombas lacrimógenas”. Así que tapándonos la nariz salimos de nuevo con decenas de personas y descubrimos que enfrente estaba el edificio de PetroPerú y había una concentración en la puerta. Teniendo en cuenta que eran las 12 de la mañana, hora de salida de colegios y zona hiper-transitada de la ciudad, crear semejante caos parece algo desproporcionado.

En Lima también “disfruté” de mi primer combate de boxeo… Nos lo encontramos por casualidad en un parque de regreso a casa, nos sentamos 5 minutos por curiosidad, y creo que nos quedamos más de dos horas. No sabría cómo describir el evento, ni si decir que me quedé sentada tanto tiempo de puro cansancio, o si influyó la curiosidad. Los gritos a la portadora del cartel de los rounds cada vez que subía o bajaba del ring me devolvían a esa realidad que tanto me irrita, y un deporte basado en los golpes me desconcierta bastante, sin embargo, hubo algo en aquel ambiente que me produjo una cierta atracción. Eso sí, uno y no más, y porque era en Lima…
 
Alondra ganó

El último día Lima me hizo un regalo que, sin ser muy consciente de ello, necesitaba como nada. Aquella tarde en el centro histórico, después de 4 días de garúa intensa, apareció la PRIMAVERA, unos rayitos de sol, otro olor en el aire y un ambiente pre-veraniego que no sentía desde hace más de dos años. ¡Qué rico estar en el hemisferio Sur! La cabeza me da vueltas al revés…o al izquierdo.