jueves, 5 de noviembre de 2015

Perú VI. Lima limón y el gas lacrimógeno…


Si la entrada triunfal en Lima me había dejado un poco fría, los primeros minutos paseando me empezaron a cautivar.

Creo que las grandes capitales Sudamericanas tienen ese efecto en mí. Me fascinan, me sorprenden, me invaden…

Lima me parece una ciudad sin complejos, una gran metrópoli que se vio muy marcada por la colonia, pero que ha seguido haciéndose a si misma con pura esencia peruana, como si el centro del mundo estuviese aquí mismo. Es una mole de más de 8 millones de habitantes (hay quien dice que tiene más de 16, faltan datos recientes), con un tráfico horrendo y acorralada entre el mar y el desierto, y sin embargo, parece habitable y respirable, al menos la zona centro, pues la periferia, como vimos al llegar, debe ser otra cosa.

Y así descubrí que la capital del Perú es cosmopolita a su manera, que el consumismo es ley y que las diferencias entre unos barrios y otros son, a veces, abismales.

Lima, por otro lado es el lugar donde TODO puede ocurrir.
 
Me maravilló su Casa de la Literatura Peruana, y deseé que hubiera una así en Madrid, o cualquier rincón de España. (Supongo que no existe porque entonces sería vergonzoso ignorar el componente ideológico de la generación del 27…nuestros gobernantes crean la historia borrando lo que molesta).
Recorrimos toda la avenida Arequipa a pie el día en que se cierra al tráfico para ser ciclopaseo, el Domingo, sin importar cortar casi 10 km de vía principal para los carros. Primer mundo (Como Quito, Bogotá…)

Tuvimos nuestra primera experiencia con Gas lacrimógeno (manda huevos! después de tanta mani allí…). Íbamos a entrar al metro y nos cruzamos con tres niños, con los ojos rojos inundados de lágrimas que nos dijeron “no sigan por ahí, hay bombas lacrimógenas”. Así que tapándonos la nariz salimos de nuevo con decenas de personas y descubrimos que enfrente estaba el edificio de PetroPerú y había una concentración en la puerta. Teniendo en cuenta que eran las 12 de la mañana, hora de salida de colegios y zona hiper-transitada de la ciudad, crear semejante caos parece algo desproporcionado.

En Lima también “disfruté” de mi primer combate de boxeo… Nos lo encontramos por casualidad en un parque de regreso a casa, nos sentamos 5 minutos por curiosidad, y creo que nos quedamos más de dos horas. No sabría cómo describir el evento, ni si decir que me quedé sentada tanto tiempo de puro cansancio, o si influyó la curiosidad. Los gritos a la portadora del cartel de los rounds cada vez que subía o bajaba del ring me devolvían a esa realidad que tanto me irrita, y un deporte basado en los golpes me desconcierta bastante, sin embargo, hubo algo en aquel ambiente que me produjo una cierta atracción. Eso sí, uno y no más, y porque era en Lima…
 
Alondra ganó

El último día Lima me hizo un regalo que, sin ser muy consciente de ello, necesitaba como nada. Aquella tarde en el centro histórico, después de 4 días de garúa intensa, apareció la PRIMAVERA, unos rayitos de sol, otro olor en el aire y un ambiente pre-veraniego que no sentía desde hace más de dos años. ¡Qué rico estar en el hemisferio Sur! La cabeza me da vueltas al revés…o al izquierdo.

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