Pasar por Ayacucho me recordó un poco al viaje a Croacia,
un país con una historia de violencia y guerra muy reciente en el que miles de
turistas admirábamos su arquitectura y paisajes como si el conflicto nunca se
hubiera dado en aquellas ciudades en las que, sin mucho esfuerzo, se podían
observar paredes bombardeadas.
En Ayacucho no hubo una guerra “oficial”, pero como si lo
hubiera sido. El miedo, el dolor y terror se apoderaron de la zona durante más
de dos décadas. Paseando por sus calles no parece que haya restos de la
barbarie de hace poco más de 10 años, aunque supongo que cientos de familias
recordaran diariamente lo ocurrido, son los daños colaterales…
El interés por el olvido es tal que se han construido
barrios en zonas donde se encuentran fosas comunes aun no estudiadas. En una de
las zonas incluso han construido una cancha de futbol sobre unas fosas. ¡qué
viva el ocio, el deporte de masas, el mercado y el olvido!
Afortunadamente un grupo de mujeres, de emocionante
valentía, se alzaron en su día contra la injusticia, y como la justicia no se
dio, ahora luchan contra el olvido, contra el Alzheimer social que borra de un
plumazo la historia vergonzosa de los pueblos y Estados. Crearon ANFASEP (Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú), y así emprendieron el duro camino que les tocó recorrer.
Los rostros de la dignidad |
Estas mujeres, esposas, madres, hermanas e hijas de
víctimas “del conflicto” son un ejemplo de valentía, fuerza y perseverancia. Su
esfuerzo no fue gratuito, pues muchas de ellas fueron torturadas, sufrieron
maltrato, violaciones, humillación, amenazas y estigmatización como pago por su
lucha. (El asunto de las esterilizaciones forzadas sigue siendo noticia casi
semanal en la prensa Peruana de hoy día)
Uno de sus lemas iniciales era “¡vivos los llevaron, vivos
los queremos de vuelta!”. Frase que tristemente se grita de nuevo en Méjico,
por lo ocurrido en Ayotzinapa. La historia se repite. Una vez asumido que no
iban a regresar vivos y vivas, exigían al menos “saber dónde están sus
huesitos”. Ni esto se les concede.
La Comisión de la Verdad fue muy importante para visibilizar
a las víctimas, sin embargo no se consiguió la Justicia esperada ni el
compromiso por buscar los restos de las víctimas o proteger las zonas donde
están las fosas y crematorios. El informe final de la Comisión estimó la cifra
de muertxs y desaparecidxs entre 1980 y el año 2000 en más de 69000 personas.
Las mujeres de ANFASEP, los rostros del dolor, además de
exigir justicia, se dedicaron a paliar los daños del conflicto asumiendo el
cuidado y educación de cientxs de niñas y niños que quedaron huérfanxs. A
aquella generación, que tiene mi edad o pocos años más, le fue arrebatado su
pasado, su presente y su futuro (trataron de borrar su pasado, les negaron el
presente y les condenaron aun futuro de lucha por recuperar su pasado y su
dignidad).
En el 2004 crearon el Museo de la Memoria. En él hicimos un
recorrido por esas dos décadas de horror, con historias con nombres y
apellidos, la gran mayoría sin resolver, ¿dónde están los cuerpos? La visita es
sobrecogedora, las ganas de llorar no ceden durante el recorrido…. Resulta
imposible no empatizar con su sufrimiento y necesidad de justicia. Más cuando la
violencia se ceba siempre con lxs mismxs, gente humilde, indígenas, mujeres,
incluso niñxs (Los mismos que con sus principios morales religiosos se oponen
al derecho de las mujeres de decidir sobre su maternidad, en mitad del
conflicto se dedicaron a esterilizar de forma forzosa a centenares de mujeres o
incluso a asesinarlas embarazadas, para evitar el nacimiento de “nuevos
terroristas”)
Los dos rostros del terror |
Terror Militar, Estatal |
Terror Senderista |
El museo irónicamente, o como invocando un futuro mejor en
el que la historia no se repita, está en la prolongación de la Calle Libertad.
Aún tengo un nudo en la garganta y el corazón encogido…
Comisión de la Verdad y la Reconciliación
Documentales: “Caminantes de la Memoria” “Estado del miedo”
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