No sé si tiene que ver con que de alguna manera vamos
siguiendo los pasos del Ché a la inversa, o que acá se habla el Quechua, pero
este país suena a “Che” todo el rato. También hay mucho hua (o wa) y hue (o we)….
Todo empezó en el Río Huallaga con un carguero a punto de
arribar a Yurimaguas, la gente empezaba a asesorarnos sobre cómo llegar a “Chacha”.
Chacha por aquí, chacha por allá, y así llegamos a Chachapoyas donde hice un
gran descubrimiento, la chica morada, ¡qué delicia! No podía ser de otra manera
viniendo del choclo, pero de un choclo especial, del color del chocolate.
Empezando por los choclos de cualquier tipo, la gastronomía
peruana es deliciosa además de sonora. La comida de Chiclayo es una sabrosura,
así sea un chupe de pescado, un ceviche o un chicharrón, como los que comimos
en la playa de Huanchaco. Podríamos combinarlo con una leche de tigre para
beber (caldo de ceviche + cerveza). Otras delicias culinarias son las papas a
la Huancaina, los choritos a la chalaca, los famosos anticuchos, el cuy
chactado o la sopa de chairo. Del chancho todo es rico, la chuleta, el chorizo,
o la pachamanca de tres carnes. Lo que no pude comprobar es cómo preparan los
peces de Chimbote.
Chupe para chuparse los dedos |
En la sierra es tradicional beber champús además de la
deliciosa chicha, y comer choclos y chochos cocidos como acompañamiento de una
buena trucha. Hay un tipo de papa muy especial, que se deshidrata por congelación,
en las zonas altas del páramo, se llama chuño y tiene un sabor muy curioso.
También son cereales serranos la famosa quinua, la kiwicha y
la cañihua. Con otro cereal más castizo, el trigo, se prepara el toctoche que a
David le encantan para desayunar. Otro de sus sabores favoritos es el de la
hierba huacatay, que se usa para sazonar el guiso masaquitos.
Snacks de maíz, trigo y kiwicha |
Si te apetece algo más internacional, no hay ciudad o pueblo
de Perú que no tenga un chifa (restaurante chino) donde el arroz chaufa es la
especialidad indiscutible.
Dejando la comida a un lado, en Lima conocimos la campaña “Chapa
tu choro” que consiste en atrapar a delincuentes, por la propia ciudadanía. Es
que chapa significa atrapar en quechua. En el kichwa ecuatoriano llamaban “chapas”
a los vigilantes y policías. Para los “choros” el robo es su chamba, y es que
acá la gente no curra, chambea, que suena mucho más agradable…
Alejadxs de la capital, respiramos aire fresco, aunque con
poco oxígeno en la Codillera blanca, felizmente liderada por el enorme
Huascarán, a escasos kilómetros de Huaraz, un lugar en el que perderse una
temporadita.
Siguiendo la cordillera andina hacia el sur llegamos a Ayacucho
donde la historia de sendero luminoso y el terrorismo de estado nos conmovió,
la historia comenzó en Chuschi y, a partir de ahí la violencia aumentó y
aumentó… Por suerte, un poco más al sur, cerca de Andahuaylas, nos repusimos de
tanto dolor en la maravillosa laguna de Pacucha, otro lugar donde perderse una temporada.
Warmi de Chinchero tejiendo cinturones en Cusco |
Y no podría dejar de mencionar esos sitios arqueológicos
donde el silencio es un hecho cada noche, pero que suenan chachi al nombrarlos,
me fascinó el Chan Chan de los Chimús, las Huacas del Sol y la Luna de los
Moches y Chavín de Huantar. Y qué decir de los emblemas del Tawantinsuyo, ese
gran imperio que Huayna Capac, heredero de Pachacutec, dejó dividido entre sus
dos hijos, Huascar y Atahualpa, y que desapareció ante la invasión española que
se valió de las diferencias entre ambos hermanos para la “conquista”. Fue
imposible subir al Wuayna Picchu, cayó llovizna en Tambomachay, y en Machu
Picchu nos cayó un chaparrón memorable que hizo que la visión posterior de la
ciudad perdida de los Incas, envuelta en neblina, tuviese un aspecto aún más
mágico. En Ollantaytambo nos alojamos en Chaska wasi, la casa de las estrellas,
y es cierto que en noches sin luna el cielo se te cae encima.
En Amantaní, un reducto de paz en mitad del lago Titicaca,
las warmis (mujeres en quechua), cholitas (indígenas andinas), tejen chullos (gorros)
de alpaca sin descanso con un movimiento de manos que hipnotiza. Si a esto le
sumamos el efecto místico de subir a los templos de la Pacha Mama y Pacha Tata
pasando por la comunidad de Colquecachi, las ganas de quedarte allá serán
inmensas.
Beatriz tejiendo un chullo |
Pacha Tata desde la Pacha Mama |
Nos quedamos sin conocer los restos de la cultura Wari, Chimbote,
Huánuco, Huancayo, Huancavelica, Huacachina y quien sabe cuántas “ches” y “huas”
más, pero es que es imposible verlo y escucharlo todo.
Y así, a ritmo de chá chá chá, nos vamos despidiendo del
Perú, huevón!!
Por cierto, Chicuelina disfrutó mucho…
No hay comentarios:
Publicar un comentario