domingo, 8 de noviembre de 2015

Perú VII. Las historias de la Historia.

Cuando viajas por los Andes peruanos te encuentras ante una continuidad infinita de montañas huesudas que parecen cubiertas por una de esas colchas de cuadros de diferentes colores y texturas tejidos entre sí. En este caso los colores no son muy variados, predominan las tonalidades marrones y verdes que ofrecen los terrenos de cultivo de cantidades innumerables de papas y cereales. Estos campos son capaces de cubrir las montañas en algunos casos hasta su cumbre, resultando inverosímil cómo estos pequeños hombres y mujeres kichwas son capaces de mantener el equilibrio en semejantes pendientes y a semejante altura. Los deseados árboles en general escasean y suelen estar delimitando terrenos, quebradas o prados. En ese caso el eucalipto y el pino son los más habituales dejando en segundo plano al autóctono polypepis o queñual como lo llaman aquí.

Pues en esa inmensidad de montañas y valles que nunca acaban y en uno de esos millones de lugares posibles, se encuentra la ciudad de Ayacucho. Lo llamo ciudad porque es la capital del departamento de ese mismo nombre y porque en habitantes superará los 150.000, pero su arquitectura y su palpitar te recuerdan a la vida de un pueblo. Tiene una hermosísima plaza colonial donde se disfruta del transcurrir pausado de la vida, es conocida por la enorme cantidad de iglesias y por ser la más famosa Semana Santa del Perú, sin embargo, es un lugar que merece posicionarse en la historia por otros acontecimientos ocurridos en él y que veremos cómo el tiempo los trató.
 
Plaza de Ayacucho
Siglo VII- Siglo XIII d.C.: En estas fechas y apenas a 15km del actual Ayacucho floreció una civilización andina, una de las dos consideradas como imperiales en el continente sudamericano, que fueron los Huaris (la otra evidentemente son los Incas). En este lugar se estima que se llegaron a albergar unas 70.000 personas y fue un imperio que llegó a cubrir la mayor parte de la sierra y costa peruana e incluso zonas de la selva. Los restos de esta civilización son explotados turísticamente, el ministerio invierte en su descubrimiento y mantenimiento, en la ciudad de Ayacucho existe un museo de historia y arqueología donde evidentemente los Huaris ocupan un lugar privilegiado e incluso el periódico oferta unos fascículos de civilizaciones antiguas del Perú donde ocupan la entrega número 8.

9 de diciembre de 1824: En las pampas de Ayacucho, exactamente a los pies del pueblito de Quinua y a escasos 20 km de la capital, se llevó a cabo la última batalla por la independencia de hispanoamérica. En ella las tropas realistas fueron derrotadas por Antonio José de Sucre y estas sellaron la capitulación definitiva. Este hecho es recordado mediante un importante monumento erigido en el lugar de la batalla y tanto en los museos como en los libros de historia del país “La batalla de Ayacucho” es recordada como un hecho histórico de liberación y por tanto de orgullo y festejo.
Palabras de Antonio José de Sucre en aquella fecha: “¡Soldados, de los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur, otro día de gloria va coronar vuestra admirable constancia!, Soldados ¡Viva el Libertador!”. La realidad es que la suerte en América del Sur siempre estuvo echada para los desposeídos, entonces, después de aquella fecha y aún hoy.


Orgullo latinoamericano
 













1980-2000: Durante estos años una cruenta guerra interna sacudió el Perú, pero tuvo como epicentro Ayacucho y sus valles próximos. El número de fallecidos se estima estuvieron alrededor de 70.000 en su mayoría campesinos, quechua hablantes y pobres. El inicio del conflicto partió de las condiciones socio económicas de aquellos mismos desposeídos de 200 años atrás, lo que provocó que un grupo llamado Sendero Luminoso de origen maoísta y seguido inicialmente de buena parte de esta población se levantara en armas para construir un orden nuevo. Los métodos de estos, sus conceptos de obediencia y pertenencia y en algunos casos su irracionalidad, causaron posteriormente estragos en estas poblaciones empobrecidas. Pero la locura más absoluta se inició a partir de la intervención del ejército en el conflicto. Desapariciones y asesinatos colectivos, hornos crematorios e impunidad absoluta fueron los aportes de unos militares que obedecían el mandato gubernamental de proteger a la población del terrorismo. Con el posterior gobierno de Fujimori que decretó la disolución del congreso y creó grupos de aniquilamiento procedentes del servicio de inteligencia, nadie en la sociedad estuvo a salvo; incluso ahora se siguen investigando las esterilizaciones forzosas que llevaron a cabo bajo la premisa de que los hijxs de campesinas seguro serían también terroristas.   
Al termino de este enfrentamiento se creó una Comisión de la Verdad y la Reconciliación que verdaderamente no ha conseguido grandes objetivos, ya que investigar y esclarecer los casos de desaparecidos, mostraría la realidad de las actividades de militares y gobierno en esas fechas. (No obstante, pensemos que nuestro país es casi el único que no ha sido capaz de hacer algo así después de nuestros 40 años de terror).

En Ayacucho visitamos un museo de la memoria (financiado y levantado por las propias víctimas del conflicto, en su mayoría hijos, hijas, madres y esposas de desaparecidos), que nos emocionó y recordó mucho al visitado en Ciudad de Guatemala. Esta historia del Perú no forma parte de sus museos y tampoco el país invierte en buscar unos cadáveres que yacen en los valles desde hace menos de 30 años mientras si invierte en descubrir unas piedras de los Huaris que tienen más de 700.

Fachada del museo
Hemos vivido una lección de historia, de la de los libros y de la que no está en ellos, y para digerirla me estoy comiendo unos antichuchos (corazones de res) en esta preciosa plaza ayacuchana con Sucre al frente, mientras recuerdo a aquellxs que como auténticos desposeídos no participaron en la independencia, que como auténticos desposeídos fueron olvidados en la época republicana (post-colonial) y que como auténticos desposeídos siguen luchando hoy en día por sobrevivir.
 
Típicamente peruano
 

2 comentarios:

  1. Hola, soy Inma, ex compañera de curro de David. Quiero felicitaos a ambos por continuar con este blog viajero que continuo leyendo con gran interés . Ahora me gustaría comunicar a David una noticia que creo le agradará. ¿ te acuerdas de una tutoranda tuya con la que tuviste bastante charla y mucha acción tutorial llamada Marina Vinaroz?. Tras cursar PCPI, se ha matriculado en el Bachillerato de Humanidades y todos la vemos con interés en el curso?. Te lo digo porque creo que tu labor no fue en vano. Un saludo. Inma

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    1. Muchas gracias Inma, cuanto me alegra lo de Marina, dale recuerdos de mi parte y seguro me pasaré por allá cuando volvamos.
      Un beso y ánimo con el curso.

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