Pues en esa inmensidad de montañas y valles que nunca acaban
y en uno de esos millones de lugares posibles, se encuentra la ciudad de
Ayacucho. Lo llamo ciudad porque es la capital del departamento de ese mismo
nombre y porque en habitantes superará los 150.000, pero su arquitectura y su
palpitar te recuerdan a la vida de un pueblo. Tiene una hermosísima plaza
colonial donde se disfruta del transcurrir pausado de la vida, es conocida por
la enorme cantidad de iglesias y por ser la más famosa Semana Santa del Perú, sin
embargo, es un lugar que merece posicionarse en la historia por otros acontecimientos
ocurridos en él y que veremos cómo el tiempo los trató.
Siglo
VII- Siglo XIII d.C.: En estas fechas y apenas a 15km del actual
Ayacucho floreció una civilización andina, una de las dos consideradas como
imperiales en el continente sudamericano, que fueron los Huaris (la otra
evidentemente son los Incas). En este lugar se estima que se llegaron a
albergar unas 70.000 personas y fue un imperio que llegó a cubrir la mayor
parte de la sierra y costa peruana e incluso zonas de la selva. Los restos de
esta civilización son explotados turísticamente, el ministerio invierte en su
descubrimiento y mantenimiento, en la ciudad de Ayacucho existe un museo de
historia y arqueología donde evidentemente los Huaris ocupan un lugar
privilegiado e incluso el periódico oferta unos fascículos de civilizaciones
antiguas del Perú donde ocupan la entrega número 8.
9 de
diciembre de 1824: En las pampas de Ayacucho, exactamente a los
pies del pueblito de Quinua y a escasos 20 km de la capital, se llevó a cabo la
última batalla por la independencia de hispanoamérica. En ella las tropas
realistas fueron derrotadas por Antonio José de Sucre y estas sellaron la capitulación
definitiva. Este hecho es recordado mediante un importante monumento erigido en
el lugar de la batalla y tanto en los museos como en los libros de historia del
país “La batalla de Ayacucho” es recordada como un hecho histórico de liberación
y por tanto de orgullo y festejo.
Palabras de Antonio José de Sucre en aquella fecha:
“¡Soldados, de los esfuerzos de hoy depende la suerte de América del Sur, otro
día de gloria va coronar vuestra admirable constancia!, Soldados ¡Viva el
Libertador!”. La realidad es que la suerte en América del Sur siempre estuvo echada
para los desposeídos, entonces, después de aquella fecha y aún hoy.
Orgullo latinoamericano |
1980-2000:
Durante
estos años una cruenta guerra interna sacudió el Perú, pero tuvo como epicentro
Ayacucho y sus valles próximos. El número de fallecidos se estima estuvieron
alrededor de 70.000 en su mayoría campesinos, quechua hablantes y pobres. El
inicio del conflicto partió de las condiciones socio económicas de aquellos
mismos desposeídos de 200 años atrás, lo que provocó que un grupo llamado
Sendero Luminoso de origen maoísta y seguido inicialmente de buena parte de
esta población se levantara en armas para construir un orden nuevo. Los métodos
de estos, sus conceptos de obediencia y pertenencia y en algunos casos su irracionalidad,
causaron posteriormente estragos en estas poblaciones empobrecidas. Pero la
locura más absoluta se inició a partir de la intervención del ejército en el
conflicto. Desapariciones y asesinatos colectivos, hornos crematorios e
impunidad absoluta fueron los aportes de unos militares que obedecían el
mandato gubernamental de proteger a la población del terrorismo. Con el
posterior gobierno de Fujimori que decretó la disolución del congreso y creó
grupos de aniquilamiento procedentes del servicio de inteligencia, nadie en la
sociedad estuvo a salvo; incluso ahora se siguen investigando las esterilizaciones
forzosas que llevaron a cabo bajo la premisa de que los hijxs de campesinas
seguro serían también terroristas.
Al termino de este enfrentamiento se creó una Comisión de
la Verdad y la Reconciliación que verdaderamente no ha conseguido grandes
objetivos, ya que investigar y esclarecer los casos de desaparecidos, mostraría
la realidad de las actividades de militares y gobierno en esas fechas. (No
obstante, pensemos que nuestro país es casi el único que no ha sido capaz de
hacer algo así después de nuestros 40 años de terror).En Ayacucho visitamos un museo de la memoria (financiado y levantado por las propias víctimas del conflicto, en su mayoría hijos, hijas, madres y esposas de desaparecidos), que nos emocionó y recordó mucho al visitado en Ciudad de Guatemala. Esta historia del Perú no forma parte de sus museos y tampoco el país invierte en buscar unos cadáveres que yacen en los valles desde hace menos de 30 años mientras si invierte en descubrir unas piedras de los Huaris que tienen más de 700.
Fachada del museo |
Típicamente peruano |
Hola, soy Inma, ex compañera de curro de David. Quiero felicitaos a ambos por continuar con este blog viajero que continuo leyendo con gran interés . Ahora me gustaría comunicar a David una noticia que creo le agradará. ¿ te acuerdas de una tutoranda tuya con la que tuviste bastante charla y mucha acción tutorial llamada Marina Vinaroz?. Tras cursar PCPI, se ha matriculado en el Bachillerato de Humanidades y todos la vemos con interés en el curso?. Te lo digo porque creo que tu labor no fue en vano. Un saludo. Inma
ResponderEliminarMuchas gracias Inma, cuanto me alegra lo de Marina, dale recuerdos de mi parte y seguro me pasaré por allá cuando volvamos.
EliminarUn beso y ánimo con el curso.