En Galápagos hay miles de aves que disfrutan de este privilegio,
pero de la cantidad de aves que hemos visto en estas dos semanas, yo me quedo
sin dudarlo con el piquero de patas azules. No solo es curioso por el color de
sus patas, tiene una cara tan simpática que es imposible no congraciarse con
ellos. Y si su aspecto no es suficiente atractivo, ver cómo se lanza al agua
para pescar será lo definitivo. Si no te has fijado previamente en que el ave
se disponía a lanzarse, podrías pensar que alguien ha tirado un proyectil al
mar, duda que queda disipada segundos después cuando el alegre animalito aparece
en la superficie con su presa en el pico.
Aunque, tras haber podido disfrutar de cada uno de esos
ambientes, si bien ver la fauna
fascinante de las islas en superficie y aire es una experiencia increíble,
hacerlo bajo el agua resulta sobrecogedor.
Yo nunca había hecho snorkel, al menos nunca de una forma
tan exótica pues es impresionante el mundo que se abre ante ti con unas gafitas
y un tubo en cualquier rincón de la costa Galapagueña. Pudimos hacerlo varias veces
en cada isla, pues aunque hay opciones de excursiones caras a lugares increíbles
(Los Túneles en Isabela y el León dormido en San Cristóbal), también se puede
practicar en casi cada playa del archipiélago. Será imposible conseguir
describir todas aquellas sensaciones maravillosas que consiguieron superar al
frío y la sensación constante de vulnerabilidad, pero en el recuerdo siempre
quedarán como uno de los momentos más fascinantes que he vivido (junto con el
baile acuático con la cría de lobito de mar).Imaginarse flotando en una inmensidad azul que se mece constantemente al compás de las olas y que de repente, a dos metros bajo tu cuerpo pase parsimoniosa una tortuga marina no es lo mismo que vivirlo, pero es que la sensación puede ser aún más impactante si lo que pasa a escasos metros de tu cuerpo indefenso es un tiburón de aleta blanca (en Isabela) o de aleta negra y tiburón martillo (en San Cristóbal). Como siempre hay que confiar en tus guías, que te aseguran que el bichito tiene tanto alimento en esas aguas, que no necesita comer nuestros jamoncitos embutidos en el neopreno.
Iguana contemplando el "León dormido" |
Lobitos, garzas y el "León" |
Y aunque sea menos glamuroso, cruzarse con una iguana marina, que a David le quisiera cagar un pingüino (¿pensaría que era gringo y esa era su manera de decir “yankees go home”?) o morder un lobito de mar a modo de juego son cosas que ocurren cada día en las maravillosas Islas Galápagos. Todo un regalo de la naturaleza.
Cerro Brujo |