viernes, 25 de septiembre de 2015

Ecuador CVIII. Galápagos, vida marina.

Si hay un animal aún más impactante que las galápagos por su aspecto e historia, es la Iguana Marina de Galápagos. 
 
Este reptil, endémico de estas islas, es el único en su especie capaz de entrar al mar, nadar y alimentarse en él.  

Iguana terrestre
Desde luego, Darwin debió flipar con ellas, pues parecen de la época jurásica, con esa cara de dragones. Y sobre todo porque evolucionaron a partir de la iguana terrestre, a la que ya se parecen muy poco.

 
Debieron llegar a las islas accidentalmente, subidas en algún islote de troncos flotando, y la escasez  vegetales que encontraron en su nuevo hábitat al llegar, las obligaron a aprender a nadar y comer algas. Para ello alargaron su cola y adaptaron su nariz, de forma que a través de ella, en una especie de estornudos eliminan la sal que han ingerido en sus inmersiones.

La adaptación fue tan intensa, que son capaces de permanecer 45 minutos en el agua sin morir de hipotermia, y para disminuir su consumo de energía frenan su corazón hasta casi pararlo. Lo mejor es verlas calentarse después al sol y amontonadas, una orgía reptiliana.

Al igual que en el caso de las tortugas terrestres, el aspecto de estos reptiles varia de unas islas a otras, y aunque sólo vimos las de las tres islas más grandes, la impresión es brutal. Nos quedábamos hipnotizadxs mirándolas, tan extrañas… si tuvieran un tamaño mayor creo que no nos hubiéramos atrevido a acercarnos…

 

 

 

Otro animal, quizás no tan “extraño”, pero sin duda de los más admirados por su capacidad de interacción y su belleza es el lobo marino.

La costa de la Isla de San Cristóbal está prácticamente controlada por estos mamíferos, así que pasar un rato en cualquiera de sus playas es un espectáculo hermoso. Por no hablar del goce y envidia de verlxs deslizarse por el agua como si fueran bailarinxs.

Sus cachorros, que maman hasta casi los 3 años, son muy juguetones, y no os podéis imaginar la emoción de ver la alegría de una cría al encontrar por fin a su mamá, después de llevar minutos llamándola (con un sonido similar al balido de las ovejas), y en medio de tal alegría lanzarse loca de contenta a jugar en el agua con sus hermanas… yo lloré.
También impresiona ver a los machos, que puede llegar a pesar nos 250 kg y medir unos 260 cm, enfrentarse entre sí para dejar bien claro quién es el rey del harén.
Se aparean de julio a diciembre, y vimos a más de uno intentar reguetonear con alguna hembra que la mayoría de las veces parecía molesta por la interrupción de su plácido sueño. Y es que duermen como lirones…
La gestación dura casi 12 meses y tienen un embarazo casi cada año, así que mientras están gestando, pueden estar amamantando a sus crías de meses, o de un año, o de dos…
 Como ocurre con otras especies animales de las islas, su existencia también se vio seriamente amenazada, pues eran cazadas de forma masiva para conseguir su piel, su aceite, o su carne para usarla como carnada de pesa a de tiburones. Por ello se siguen considerando una especie en peligro de extinción. Se cree que actualmente hay unos 50000 ejemplares.

Este año, con la casi inminente llegada del fenómeno del niño hay una gran preocupación por su supervivencia ya que al aumentar considerablemente la temperatura del agua, disminuye la cantidad de peces, y con ello su sustento.
 
 
Para mi han sido uno de los descubrimientos más lindos del viaje, me causaban una profunda emoción  y difícilmente conseguí resistir el impulso de tocarles para ver su tacto o de abrazarlos de pura ternura. Respeté completamente la norma de no tocar ningún animal en las islas, incluso de no acercarme demasiado, pero cuando aquella cría hermosa vino a bailar conmigo en el agua, no pude resistirme y... ¡me enamoré!
 
 
 
 

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