Así que, en esta ocasión hemos cambiado el turrón por
chocolates y roscón bolivianos, las compras locas y de última hora por el
mercadeo de calle, y las cenas y comidas super numerosas en familia, por una
cenital “íntima” en nuestro hostal de turno.
Vivir la Navidad en Sucre, capital judicial de Bolivia,
tiene además otras características. A pesar de estar casi a 3000 metros, al ser
verano tenemos un clima mucho más suave que el de allá. Esto hace que resulte
curioso ver la gente con gorrito de papa Noel o simulando la nieve. No sólo se
ha impuesto la navidad si no también el clima de los países del norte en estas
fechas. Por otro lado, las aun intensas diferencias sociales hacen que decenas
y decenas de familias indígenas recorran estos días las calles del centro de la
ciudad pidiendo el aguinaldo, a ritmo de “regáleme platita” o “colabore,
colabore”. En todas las esquinas se multiplican pequeñas manos y manos
arrugadas hasta lo imposible a la caza de la caridad cristiana. Enormes filas
sólo de indígenas se reparten por toda la ciudad, filas de harapientos, sucios,
cargados hasta la extenuación y que en su mayoría son niños de escasa edad,
mujeres y personas muy mayores, esperan en unos casos que el municipio reparta
un chocolate, una coladita o unos panes, que en otros casos organizaciones o
fundaciones de rubios de ojos claros repartan comida mientras fotografían la
enorme fila que dejará constancia de su bello trabajo o en otros casos esperan
que alguna familia o empresa aparezca en la plaza 25 de Mayo para entregar chocolates,
ropa vieja, o algún otro tipo de limosna que haga más ligera su conciencia en estas
fechas de paz y felicidad y que continúe perpetuando la injusticia.
Cuando llegamos nosotrxs a Ecuador era el segundo año que se
llevaba a cabo una campaña contra la mendicidad infantil, entendiendo que la
caridad no es la solución, en estas fechas navideñas, y viendo la situación en
Bolivia, la diferencia es abismal.
Árbol Navideño |
Todo esto me trae a la mente mi “villancico” favorito, la
Canción de Navidad, de Silvio Rodríguez (que podéis escuchar aquí), con ella y lo vivido estos días, la
falta de turrón se relativiza, la lejanía de las personas que queremos pesa
menos, y cenar una ensalada de tomate puede llegar a parecer un privilegio.
Eso sí, antes de la próxima, volvemos a casa.
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