Hace tiempo que teníamos ganas de probar la experiencia “caracol”, vivir unos días con la casa a cuestas, y acá, en el sur del sur pudimos vivirlo. 6 días viviendo en 6 metros cuadrados, ¡todo un sueño!
Realmente viajar
en una furgo “hippie” (más por el aspecto que por las prestaciones) fue
bastante divertido y nos permitió explorar rincones de esta zona de Chile a los
que no habríamos tenido acceso en bus y además descubrir una nueva forma de
viajar, con sus pros y sus contras.
La primera
sorpresa fue ver “la facha-da” de nuestra casa. Resulta que en la empresa donde
la alquilamos les va bastante el marketing, y no ha mejor forma de publicidad
que llamar bastante la atención. Nuestra casa estaba oficialmente bautizada
como “happy-van” y para mayor motivación tenía un letrero muy sugerente en la
puerta trasera. Inicialmente nos sobresaltábamos un poco cada vez que alguien
nos pitaba, después ya interiorizamos que llevábamos la estúpida frase en la
chepa.
Una vez superado
el “trauma” de ir dando la nota, empezamos a disfrutar de las carreteras. Eso
de llevar la cama en el asiento de atrás es todo un invento, paras cuando
quieras, duermes donde te apetezca, a capricho.
Que quieres
dormir al pie de un volcán nevado (que resplandece por la noche con la luz de
la luna llena), en la orilla de un lago M.A.R.A.V.I.L.L.O.S.O y bañarte en su
agua helada para dar la bienvenida al día, ¡pues lo haces!
Que te apetece
cenar con amigxs en casa, pues recoges a Julia y Sebastién, desmontas la cama,
montas la mesa, et voilá! ¡A disfrutar!
Que te apetece
echarte una siesta antes o después de uno de los miles peajes de las carreteras
Chilenas (gestionados por la misma empresa española que posee los peajes de las
radiales y autovías de pago), ¡pues lo haces!
Que te apetece dormir en una playa para no tener que “irte a casa” cuando se va todo el mundo porque tu casa te acompaña, y para además comprobar si el agua llegará hasta tus ruedas cuando suba la marea… ¡pues lo haces!
Atardece en Vilupulli |
Amanece en Vilupulli |
Que tienes ganas
de darte una ducha… ¡pues no lo haces! (pero ya lo harás cuando llegues a
alguna casa sin ruedas, o a un camping)
Amanecer perruno |
Que te molestan
lxs vecinxs por la mañana, si es que los tuvieras, pues das marcha atrás y cambias
de zona, el mundo es grande.
Que te apetece
subir con tu casita a un barco y ver los lobitos marinos que te acompañan en el trayecto,
¡pues lo haces!
Que se te antoja
conocer Chiloe, visitar las pingüineras, degustar el Curanto (plato a base de
mariscos, papas, loganiza, pollo y otras sorpresitas más), ver sus iglesias de
estilo alemán y ver cómo se esconde el sol por mar en la costa oeste o como
amanece entre islitas en la costa este…¡pues lo haces!
Además, pueden
ocurrirte cosas a las que no estás acostumbrada.
Al principio
cualquier ruido en la noche te sobresalta, sobre todo cuando David salta por
encima de ti para mirar por la ventana qué tipo de animal, persona o cosa
merodea por la rueda delantera derecha… ¡pssst! ¡Duérmete ya! ¡será el aire! Y
por la mañana…te encuentras rodeada de vacas curiosas que quieren saludar a las
gatas de la facha-da.
Nunca habría
pensado que se puede ligar con una furgo tanto como con un bebé o paseando una
perrita en un parque. La gente se acerca, te mira con una sonrisa tímida y por
fin llegan las preguntas de rigor ¿es tuya? ¿consume mucho? ¿Qué tal va el
motor? ¿puedo ver la cama? ¿y la cocina? Y nosotrxs orgullosxs, como si fuese
nuestra bebé o perrita, hablamos de su motor mega-potente, de lo tragona que
es, de lo bien que se porta por las noches y lo cómodo que es cocinar en su
cocinita portátil (el momento favorito de David). Se nos abrió el mundo de las
relaciones automovilísticas.
Siempre que vuelves a casa me pillas en la cocina embadurnado de harina con las manos en la masa |
PD: como no podía
ser de otra manera, esta vez también me invadió la música. La banda sonora fue:
“Yo para ser feliz quiero un camión”. (Menudo casoplón se puede montar en un
camión de un par de toneladitas).