Las primeras
cuarenta y ocho horas en Santiago fueron un shock, era en cierta manera como
estar en Madrid, pero sin haber cruzado el océano.
Sentir la
sensación de minoría en Latinoamérica es algo sencillo, lo somos en primer
lugar por nuestro aspecto y después y aún más importante por una cultura y una
forma de concebir la vida muy distinta, como diría un cubano, es otra “idiosincrasia”.
Pero mi primer contacto con Santiago me llevó a una minoría de otro tipo, a una
minoría a la que estoy mucho más acostumbrado, una minoría en la que llevo
navegando años y años y que, aunque me reconforta, a veces también me agota. Es
esa minoría ideológica en la que me movía día a día y que de repente la sentí
nuevamente con fuerza. Me encontré viendo largometrajes de cine independiente
en lugares alternativos, disfrutando de una obra de teatro controvertida en el
Museo de la Memoria, recorriendo calles con reivindicaciones en sus paredes que
me resultan cotidianas, en fin, me sentí como en casa, pero con una sensación
extraña y no del todo agradable. Me vi fuera de la vida que estaba llevando
estos dos últimos años y en una nueva que en realidad era la antigua y la de
siempre. Para mayor extrañeza, era un entorno familiar, pero a la vez
totalmente desconocido.
Aún así, Santiago
no es Madrid, por mucho que las latitudes de ambos hemisferios sean similares
en ellas y que con esto garantices un tipo similar de vegetación, o que
comparado con el resto de capitales vividas (Caracas, Bogotá, Quito, La Paz,
Lima) entre ellas haya mayor afinidad, Madrid no es Santiago. Santiago es una
ciudad enorme, asentada en la planicie que dejan los Andes y la cordillera costera
entre ambos. Su orografía plana sólo la interrumpen pequeños cerros, desde los
que te cercioras de su gran extensión urbana. Es una ciudad
latinoamericanamente ordenada pero arquitectónicamente desordenada, con muchos
árboles, pero con pocos parques y con una pared andina que en el verano sólo
consigues divisar difuminada por la contaminación, pero que durante el invierno
debe ser embelesador contemplarla. Esta ciudad fue más o menos la frontera
hasta donde los incas llegaron y el rio Mapocho que la disecciona separó a este
imperio del mundo Mapuche.
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Rio Mapocho |
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Cerro fundacional |
Santiago está
entre dos aguas, no es una ciudad típicamente latinoamericana, si es que tiene
sentido usar ese concepto, pero tampoco es una ciudad típicamente europea y
quizá ahí esté su encanto, aunque para mí lo está en alguno de sus Monumentos Históricos,
de los que llevaba oyendo hablar desde mi adolescencia. Ahí, a ese Santiago, es
al que nos hemos dirigido con ahínco y con terrible placer.
En el corazón de
la ciudad se encuentra el Palacio de la Moneda, que, junto con La Plaza de
Mayo, quizá haya sido el lugar más reconocible para mí sin nunca haberlo
pisado. Un Palacio tristemente célebre, conocido más que por su esplendor, por
su interior en llamas y por el pertinaz bombardeo al que lo sometieron los golpistas.
El recuerdo de aquellos días queda evidenciado en la estatua de Salvador
Allende erigida a uno de sus costados. “Mucho más temprano que tarde, se
abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre, para construir una
sociedad mejor. ¡Viva Chile! ¡Vivan los trabajadores!” reza en la parte trasera
de su escultura. (No sé, tengo mis dudas si después de un exterminio del hombre
y la mujer por 17 años, lo que queda después es en realidad un hombre o mujer
libre). También está la famosa Puerta Morandé 80 en un lateral de la Moneda, lugar
por donde salieron los restos mortales de Allende y que fue tapiada en la época
pinochetista para evitar su simbolismo. Se reabrió 13 años después de
reinstaurada la “democracia”.
Igualmente
céntrico, a escasos metros de la hermosa Estación Central de Santiago y de la
que fue Universidad Técnica del Estado, se encuentra el Estadio Chile. Fue
utilizado como centro de detención, torturas y exterminio sobre todo en los
primeros días de la dictadura. Allí y siendo trasladado desde dicha universidad
fue asesinado Víctor Jara. El estadio ahora lleva su nombre, sus restos fueron
llevados al Cementerio General de Santiago en cortejo público 36 años después
de su muerte y sus conocidos asesinos continúan en la calle. Este lugar también
es Monumento Histórico Nacional de Chile.
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Pertenece al Pueblo |
A pocos minutos
de la Moneda se ubica la calle Londres, el número 38 se convirtió después del
golpe de estado en un centro clandestino de detención y torturas de la DINA
(Dirección de Inteligencia Nacional). En el 2005, el recinto fue
declarado Monumento Histórico Nacional de Chile
y debido a la intensa lucha de organizaciones de derechos humanos hoy en día es
un museo en memoria de aquellos detenidxs y muertxs en ese lugar.
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En la memoria de Londres 38 |
El
cementerio general de Santiago, al igual que otros muchos, es un lugar hermoso,
con edificios que competirían en belleza con otros de la ciudad y donde se
siguen reproduciendo las mismas diferencias sociales que la sociedad de los
vivos evidencia. En él existe un lugar que es Monumento Histórico Nacional, es
el Patio 29. Este lugar fue usado durante la dictadura militar para sepultar
clandestinamente a ejecutadxs políticxs.
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Patio 29 |
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Tumba de Allende |
A las
afueras de la ciudad y al abrigo de la cordillera andina, se encuentra uno de los
lugares más terriblemente maravillosos que yo haya visitado, se trata de El
parque por la Paz Villa Grimaldi. Este lugar que era una hermosa hacienda fue
convertido por el régimen fascista de Pinochet en uno de los mayores centros de
detención, tortura y exterminio. Se estima que pudieron pasar por allí unas
5000 personas y de ese total 18 fueron ejecutadxs políticxs y 211 permanecen
actualmente desaparecidxs. De estos se presume que muchos fueron asesinadxs y
conducidos en vuelos de la muerte sobre el océano, para lanzarlos amarrados a
rieles de tren. En 1997 fue inaugurado este parque y en 2004 declarado Monumento
Histórico Nacional. Me preguntaba mientras lo visitaba, cómo un lugar tan espantoso,
pudieron transformarlo con tanto amor y entrega en un lugar tan bello y tan
importante para la memoria, la solidaridad y la reflexión. Las celdas de
aislamiento de 1x1 fueron transformadas en cubículos de piedra sobre el jardín,
lxs presxs y torturadxs en resistentes álamos, las mujeres desaparecidas en un
jardín de rosas y los nombres de lxs 229 ejecutadxs y desaparecidxs grabados en
piedra con fósiles a su alrededor, como muestra de algo que pervive y nunca se
olvida.
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Benvenidxs Villa Grimaldi |
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Rincón de los torturadxs |
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Rincón de los presentes |
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Rieles extraídos del mar (*) |
Hay un
caso muy relevante de una militante comunista que pasó por Villa Grimaldi, ella
era Marta Ugarte. Fue de las pocas desaparecidas, aparecidas tiempo después, en
una playa de la región central con un alambre alrededor del cuello. Después de torturas
y posterior ejecución, los cuerpos eran amarrados a un riel de tren con dos alambres
e introducidos en unos sacos, para posteriormente ser lanzados al océano desde
un helicóptero. En el caso de Marta la ejecución fue vía inyección letal, sin
embargo, esta no debió hacer el efecto esperado por lo que en pleno vuelo su
cuerpo empezó a moverse dentro del saco. La idea de los militares no fue otra
que desenganchar del riel uno de los alambres y con él ahorcarla y con ello
terminar de asesinar a su víctima. Una vez lanzado el cuerpo y ya en el fondo
del océano, este debió desengancharse por estar amarrado con un solo alambre, terminó
flotando en la playa con el alambre que acabó con su vida aún en el cuello. Con
este caso, único que escapó del mar, se evidenciaron aún más las denuncias realizadas
sobre dicho comportamiento por parte del ejército. La prensa (“siempre tan
independiente") no paró de decir en la época, que su muerte era un crimen
pasional. Para nunca más vivirlo, nunca
más negarlo.
Existen otros monumentos históricos relacionados con la
tortura y desaparición de esa época, pero tampoco era plan de torturarnos en
exceso. También existen otros muchos como iglesias y palacios, pero para esa
tortura ya no estamos preparados. Así que dedicamos el resto del tiempo a
pasear y escuchar los acordes de “Te recuerdo Amanda” por buena parte de la
ciudad.
(*)En un riel queda adherido un botón que perteneció a un ejecutadx.
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Premio Nobel chilena |
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