domingo, 28 de febrero de 2016

Chile X. Nuestra casa tiene ruedas


Hace tiempo que teníamos ganas de probar la experiencia “caracol”, vivir unos días con la casa a cuestas, y acá, en el sur del sur pudimos vivirlo. 6 días viviendo en 6 metros cuadrados, ¡todo un sueño!

Realmente viajar en una furgo “hippie” (más por el aspecto que por las prestaciones) fue bastante divertido y nos permitió explorar rincones de esta zona de Chile a los que no habríamos tenido acceso en bus y además descubrir una nueva forma de viajar, con sus pros y sus contras.

La primera sorpresa fue ver “la facha-da” de nuestra casa. Resulta que en la empresa donde la alquilamos les va bastante el marketing, y no ha mejor forma de publicidad que llamar bastante la atención. Nuestra casa estaba oficialmente bautizada como “happy-van” y para mayor motivación tenía un letrero muy sugerente en la puerta trasera. Inicialmente nos sobresaltábamos un poco cada vez que alguien nos pitaba, después ya interiorizamos que llevábamos la estúpida frase en la chepa.

Una vez superado el “trauma” de ir dando la nota, empezamos a disfrutar de las carreteras. Eso de llevar la cama en el asiento de atrás es todo un invento, paras cuando quieras, duermes donde te apetezca, a capricho.

Que quieres dormir al pie de un volcán nevado (que resplandece por la noche con la luz de la luna llena), en la orilla de un lago M.A.R.A.V.I.L.L.O.S.O y bañarte en su agua helada para dar la bienvenida al día, ¡pues lo haces!

Que te apetece cenar con amigxs en casa, pues recoges a Julia y Sebastién, desmontas la cama, montas la mesa, et voilá! ¡A disfrutar!
 
 

 
 
 
 
Que te apetece echarte una siesta antes o después de uno de los miles peajes de las carreteras Chilenas (gestionados por la misma empresa española que posee los peajes de las radiales y autovías de pago), ¡pues lo haces!

Que te apetece dormir en una playa para no tener que “irte a casa” cuando se va todo el mundo porque tu casa te acompaña, y para además comprobar si el agua llegará hasta tus ruedas cuando suba la marea… ¡pues lo haces!

Atardece en Vilupulli

 Amanece en Vilupulli

Que tienes ganas de darte una ducha… ¡pues no lo haces! (pero ya lo harás cuando llegues a alguna casa sin ruedas, o a un camping)
 
Amanecer perruno
Que te apetece meterte por un camino de cabras porque el mapa sugiere que te lleva hacia el mar, ¡pues lo haces!

Que te molestan lxs vecinxs por la mañana, si es que los tuvieras, pues das marcha atrás y cambias de zona, el mundo es grande.

Que te apetece subir con tu casita a un barco y ver los lobitos marinos que te acompañan en el trayecto, ¡pues lo haces!

 
Que se te antoja conocer Chiloe, visitar las pingüineras, degustar el Curanto (plato a base de mariscos, papas, loganiza, pollo y otras sorpresitas más), ver sus iglesias de estilo alemán y ver cómo se esconde el sol por mar en la costa oeste o como amanece entre islitas en la costa este…¡pues lo haces!

Además, pueden ocurrirte cosas a las que no estás acostumbrada.

Al principio cualquier ruido en la noche te sobresalta, sobre todo cuando David salta por encima de ti para mirar por la ventana qué tipo de animal, persona o cosa merodea por la rueda delantera derecha… ¡pssst! ¡Duérmete ya! ¡será el aire! Y por la mañana…te encuentras rodeada de vacas curiosas que quieren saludar a las gatas de la facha-da.

Nunca habría pensado que se puede ligar con una furgo tanto como con un bebé o paseando una perrita en un parque. La gente se acerca, te mira con una sonrisa tímida y por fin llegan las preguntas de rigor ¿es tuya? ¿consume mucho? ¿Qué tal va el motor? ¿puedo ver la cama? ¿y la cocina? Y nosotrxs orgullosxs, como si fuese nuestra bebé o perrita, hablamos de su motor mega-potente, de lo tragona que es, de lo bien que se porta por las noches y lo cómodo que es cocinar en su cocinita portátil (el momento favorito de David). Se nos abrió el mundo de las relaciones automovilísticas.
Siempre que vuelves a casa
me pillas en la cocina
embadurnado de harina
con las manos en la mas
a

Y bueno, aunque la experiencia fue más corta de lo que nos hubiera gustado y nuestra inexperiencia nos hizo “casi desesperar” un par de veces -por suerte no a la vez-, han sido unos días maravillosos, recorriendo lugares hermosos y despidiéndonos de Chile con un run-run Mitsubishi de los más molón.

PD: como no podía ser de otra manera, esta vez también me invadió la música. La banda sonora fue: “Yo para ser feliz quiero un camión”. (Menudo casoplón se puede montar en un camión de un par de toneladitas).

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