miércoles, 10 de febrero de 2016

Chile V. Oda a ti.

Hace apenas dos años estando en Ecuador escuché hablar de ti, unas compañeras chilenas recogían fondos para paliar el desastre que un tremendo incendio sobre tus cerros había causado. Como siempre detrás de ello estaba la mano codiciosa del hombre, aunque allí sólo estaban las de aquellas mujeres que situaban Valparaíso en mi cabeza.

En cambio, de ti, Neruda, había oído hablar desde hace mucho más tiempo, sin embargo, nunca escuché con demasiada atención y confieso que además nunca me atreví o dispuse a leerte.

Y ahora estoy aquí, en el balcón de una casa patrimonial de la zona baja de Valparaíso, que el último temblor de septiembre (parece que este país es propenso a convulsiones en este mes) maltrató inclementemente y que espero que la especulación inmobiliaria no acabe por abandonar. Desde él observo el atardecer que poco a poco transforma la ciudad. Las gaviotas comienzan a sobrevolar los tejados con graznido que sabe a despedida, la brisa marina comienza a refrescar a la vez que los últimos rayos de sol desparecen, los colores de los cerros se apagan y las luces en ellos se encienden. Valpo se prepara para su vida nocturna, para disfrutar de sus noches veraniegas de temperaturas primaverales, para descubrir música por sus rincones y vivir fundamentalmente su calle.
Desde el balcón...

... Valparaíso
 





Supongo que esta ciudad, Pablo, cambió mucho en todo este tiempo, pero aún sigue luchando por reivindicar esa esencia que tu amaste. Es una ciudad de contrastes, es puerto y cerro, es color y suciedad, es arte y decrepitud, es cultura y especulación, es creación y abandono y es progreso frente a su conservadora vecina Viña del Mar. Además, siempre le gustó situarse frente al abismo, a la espera de que la tierra tiemble o el mar se enfurezca y de nuevo tenga que levantarse. La convirtieron en ciudad patrimonial, por sus casas de colores de origen europeo, por sus ascensores roncos y por esos paseos que en equilibrio miran al mar. Y ahora, mientras transformaron su penal en centro cultural y las celdas se convirtieron en lugares de creación, la empresa privada quiere transformar, ante la resistencia ciudadana, la costanera en un gran mall.

 








Valparaíso es todo eso y más, es la ciudad con la tasa más alta de desempleo del país, es el lugar donde la marina empezó la desobediencia a la democracia popular, pero para mí siempre será la ciudad donde te conocí a ti, Neruda.   

En realidad, no fue a ti, hubiera sido difícil acceder a tu círculo de burgueses intelectuales, pero sí tu lugar y parte de tu persona. Conocí la Sebastiana, tu casa en Valparaíso, hermosa pero sin ser pretenciosa en exceso, conocí el sillón donde te sentabas a escribir mientras la bahía se situaba a tus pies, conocí la estilográfica siempre verde con la que escribías, conocí tu intimidad, tu afán por coleccionar cosas maravillosas relacionadas con tu viajar y sobretodo con el mar, tu gusto por estar rodeado de amigos en las noches, pero por encima de ello conocí tu lado humano. Tu empeño por acercarte a los más necesitados, aunque, como decías,  nunca escribías para ellxs, la importancia que en tu visión del mundo tuvo el encuentro con Lorca en Buenos Aires, tu amor por la república española y tu huida obligada a Francia durante el  levantamiento fascista, tu testaruda solidaridad para salvar a casi 2500 españolxs refugiadxs en campos franceses trayéndoles a Chile, tu dedicación por servir a tu pueblo siendo senador por el partido comunista, tu empeño desde pequeño por dedicarte a algo que en el seno familiar sólo te trajo problemas, tu huida clandestina cruzando en mula las cordilleras andinas nevadas cuando el presidente al que habíais apoyado decidió que pasabais a la clandestinidad, tu apoyo al candidato Allende en el 70. Pero entre tanta admiración siempre hay sombras y en este caso fue la relación con tu única hija Melba, nacida enferma y a la que abandonaste hasta su fallecimiento a muy corta edad.
Patio de la Sebastiana

Habitación de La Sebastiana
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Por un momento dejo mi balcón de Valparaiso y me dirijo a Isla negra, donde te refugiaste a escribir frente a un maravilloso océano y de la que saliste por última vez al hospital apenas una semana después de que esos asesinos comenzaran a escribir una de las más horribles páginas de la historia chilena y mundial.

Me siento en esa hermosa caleta, donde ni a tus restos dejan descansar (*), veo tu linda casa en forma de barco, escucho el mar golpeando las rocas y te contaría tantas cosas de lo que le ocurrió a tu país desde el 73 a la actualidad, pero en realidad no quiero contrariarte y prefiero pensar en el primer libro tuyo que acabo de adquirir, Confieso que he vivido y recordar la madrugada que pasé en la librería donde lo conseguí, con su dueña, una mujer que con 11 años fue torturada continuadamente por las fuerzas del estado, y su amiga, una activista mapuche.

Aquí yacerán nuevamente


El Pacífico en Isla Negra



Por todo lo vivido estos días en este primer y más importante puerto chileno, te dedico esta oda a ti, Valparaiso, a ti, Neruda y a ti, mi morena de pies a cabeza.

Neruda
 

Valparaíso
 
Morena

(*) Los restos de Neruda están siendo examinados desde 2013, para aclarar las circunstancias de su muerte. Inicialmente se dijo que había sido un cáncer de próstata pero también hay indicios de un posible envenenamiento.

Odas elementales fue un libro escrito por Neruda en 1954 y donde escribe más de doscientas de ellas.

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