viernes, 26 de febrero de 2016

Chile IX. Perdidxs entre lagos


Tras las emociones intensas de Santiago, necesitábamos un respiro. Afortunadamente Chile, además de ofrecer ese “turismo histórico”, tiene aún unos paisajes tan salvajes que es inevitable despejar la mente y conectarse nuevamente con la naturaleza.

Si hay algo que tiene efecto relajante en mí y que a David le enloquece, es el agua, y este país tiene agua en todos los formatos: el inmenso pacífico que la acorrala contra los andes, los hermosos glaciares de la Patagonia, ríos, ríos y más ríos, y por supuesto Lagos. Cómo será el tema que hasta tienen una región llamada “Región de los Lagos”.

Nuestro primer contacto con los lagos Chilenos fue en la afamada y un tanto “cuica” (pija, pituca, pelucona…) Villarrica, a sólo 10 horas al sur de Santiago. El viaje fue tranquilo, lo complicado fue lo anterior, pues la espera en la terminal sur de la capital fue bastante loca; no había un solo bus que saliera en hora y pareciera que, aunque los buses fueran saliendo, la cantidad de gente esperando aumentaba exponencialmente. Los megáfonos que anunciaban la esperadísima salida o llegada de algún bus estaban ya afónicos, y yo creí entender que decían: ¡Apriétense como puedan y quieran! ¡Temporada alta!

Viajamos de noche, llegamos tempranísimo, y al abrir los ojos vi lo que David me acababa de anunciar, “Lu, creo que estamos en Islandia”. Lo cierto es que a esas horas la temperatura no lo desmentía, pues a pesar de estar en verano y no ser una latitud extrema, hacía una rasca mañanera considerable, el viento de los andes. Por otro lado, la arquitectura tiene un aire nórdico que sorprende. Así que bajamos del bus un tanto confundidxs, sospechando que el chofer había hecho un rodeo internacional. Me falta el yololohuhu para estar en el Tirol, el pollo al cestelo para estar en Locarno, y el reno para estar en doctor en Alaska. Casi lo único que me recuerda que estoy en Latinoamérica es el choclo, y la bandera mapuche, que me ubica en la Araucania o novena región de Chile.

Nos alojamos en una casita en las afueras y creo que fue un acierto, porque la ciudad estaba a tope, filas de autos atascados en todas las calles y un ambientazo en la playa que ya lo quisiera Benidorm. Aun así, pudimos disfrutar de las aguas frescas del lago Villarrica y el Calafquen en sus múltiples playas lacustres. Villarrica, Pucón, Lican Ray y Coñaripe, mi amigo el pez se las gozó todas.
 
 
 

Vendedor de cuchuflí

¿Dónde está Wally?
 
 
















La vista imponente del volcán Villarrica (que tuvo una erupción espectacular hace poco más de un año) nos tenía embelesadxs, y poder ver de noche el resplandor rojizo de la lava en su cráter fue tan emocionante como ver la ceniza del Cotopaxi las primeras veces. Maravillas de la naturaleza.



Sin duda la perla de la región de la Araucanía (repleta de lagos y ríos sin ser la región de los lagos ni de los ríos) está en el Parque Nacional Huerquehue. Además de estar repleto de las hermosas y únicas Araucarias, tiene unos lagos espectaculares; creo que David jamás olvidará su baño en la laguna del Toro. Demasiado fría… ¡yo no me lancé!

Nos animamos a seguir buscando lagos, y en la provincia homónima aparecimos en Llanquihue. De nuevo con sensación de estar en el norte de Europa, casas de madera, cielo gris, viento frío, y rostros que bien pudieran ser alemanes, ojos demasiado azules para este continente y apellidos con demasiadas consonantes para ocultar su origen. (Alemania fue una de las grandes colonizadoras de Chile después de la “colonización”, le dejó una gran elite social, arquitectura en madera, probablemente cantidad de costumbres, y unas cuantas comidas, entre ellas el famoso Kuchen)



Si el volcán Villarrica nos había fascinado, el cono perfecto del Osorno con su cima pintada de nieve y el resto de picos nevados a su alrededor no fueron menos. Además, bañarse en las heladas aguas del lago Llanquihue, en esa playa de arena volcánica en la que te ves los pies aunque te cubra por el cuello, fue una delicia a la que, ni siquiera yo, me pude resistir.
 
 
 





(Hubo otra escena que superó a esta con creces, en el Lago Todos los Santos, pero ya llegará…)

Así que estos fueron algunos de los regalos de Chile, nos ofreció un nuevo concepto de playa, de arena negra y aguas cristalinas, y un nuevo concepto de lago, con volcanes activos con la cima nevada de fondo. Y para mayor ventaja lagos libres de los temporales y plagas de medusas que están azotando la costa Chilena desde hace semanas. Lo del fueguito del volcán fue la guinda el pastel, y el pastel kuchen la nota no discordante que nos recuerda otro capítulo de la historia de este país.
Transporte acuático...

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