Apenas se iniciaba el despegue, los primeros resplandores aparecían detrás de nuestro hermoso Cayambe. El avión cogía altura dejando Quito a nuestros pies y se adentraba en unas nubes que no nos abandonarían hasta pocos momentos antes de aterrizar en el Monseñor Oscar Arnulfo Romero.
Empezábamos a divisar la costa salvadoreña y el verde lo
invadía todo. El aeropuerto está a escasos 40km de la costa y en esos pocos
minutos no dejamos de ver ese maravilloso color.
Tocamos tierra y el fresco de la noche quiteña se transformaba
en el calor húmedo centroamericano. Tras los trámites aduaneros de rigor, la
primera sensación nos devuelve a nuestra Cuba. Ese calor y ese color no nos resulta
nada desconocido. El viaje hasta la capital es bastante bonito y te invade una
sensación reconfortante, pareciera que en la siguiente curva estuviera la
propia Habana (lo único que no te hace pensar así es la carretera bien
asfaltada). Todo es un paisaje de colinas verdes salpicadas de palmeras y vegetación
propia del Caribe (aunque El Salvador sólo es bañado por el Pacífico). La
llegada a San Salvador se inicia con el hermoso lago Ilopango y el volcán
“Boquerón” como lo llaman los capitalinos que se erige como faro de la ciudad.
Su enclave es bastante bonito aunque no así la ciudad, su centro bastante
destartalado carece de demasiado atractivo y sólo el movimiento callejero y un
aire ciertamente decrépito despiertan tu interés.
San Salvador al fondo |
Hacemos una visita relámpago a una zona alta y periférica
de la ciudad, lugar espléndido para apreciarla y para observar como colinas y
volcanes de manto verde se pierden en la lejanía hasta alcanzar la costa. Este
área llamado Planes de Renderos es un lugar de domingueros y de degustación de
uno de los platos típicos nacionales, "la pupusa”. Es como una arepa pero
que en lugar de rellenarla, la haces a la plancha mezclada con los propios
ingredientes (queso, frijol, chicharrón, loroco…). Regada de un jugo de
coco-piña, será nuestra única comida en El Salvador.
La pupusa contra el imperio |
La salida del bus que nos conducirá a Guate es a las 15 horas, justo cuando está prevista la finalización del partido Alemania-Argentina, luego como ya sabemos hubo prórroga y el resultado final desgraciadamente lo conocimos ya de camino. El sentimiento latinoamericano hacía que la mayoría apoyasen a los gauchos, pero la desgracia llevó el trofeo a Europa.
Con ese pequeño disgusto (que duraría escasos momentos)
el bus avanzaba por hermosas tierras salvadoreñas acercándose cada vez más a la
frontera guatemalteca. Ambas capitales quedan separadas por apenas 4 horas y
después de cruzar la frontera que crea de manera natural el rio Paz, entrábamos
en Guate.
Va oscureciendo y ya en la capital Guille y Marta nos
esperan.
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