Lo único extraño mientras los miro es la lengua en la que
esta chica habla, cuando viajas escuchas todo tipo de idiomas, pero este es
diferente y después de unos momentos de confusión, no hay duda, es hebreo. Este
origen es lo que me absorbe cuando sigo mirando sus bonitos y suaves pies.
En esta zona de Guatemala estamos en temporada de lluvias
y mientras oscurece, una tormenta colosal se acerca desde el interior del mar
hacia nosotrxs, los truenos ensordecen el ambiente y los espeluznantes
relámpagos muestran la silueta de la costa. Después de uno de ellos pierdo esa
hermosa imagen y ante mí aparecen otros pies, callosos y ásperos, pies negros
de lodo, pies rojos de sangre, pies quebrados entre los escombros.
La relación entre Guatemala y el estado asesino de Israel
viene de tiempo, ya en 1947 en la votación de la Asamblea General de la ONU
para la creación de un estado judío el país centroamericano votaba
afirmativamente. Con posterioridad los acuerdos en materia de seguridad que ha
alcanzado Guatemala han tenido a Israel como principal socio. En este pais lxs
jóvenes tienen un servicio militar obligatorio de tres años que suelen acabarlo
con un año sabático dedicado a viajar. Guatemala como país amigo se encuentra
entre uno de sus destinos, por lo que su presencia es bastante visible.
Mientras yo sigo pensando en esos pies cómplices, quizá
culpables, mudos de tanta infamia y que me gustaría pudieran hablar y decirme,
pero de momento lo que si hacen es caminar, viajar, vivir, disfrutar de la
libertad de ser pies de una “persona normal”, mientras los otros los de las no
personas siguen encerrados en una jaula, en una jaula en forma de franja que se
llama GAZA. Al menos son pies dignos de ser.
Imagen tomada en la Casa de la Memoria, Ciudad de Guatemala |
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